miércoles, 15 de enero de 2020

LA INMACULADA MASTURBACIÓN (Antología VIII)


...Me senté en la barra, y, de tan nervioso como estaba, me aturullé con las palabras y pedí sin darme cuenta una paja -joder, que fijación- con una horchata. La tía que estaba tras el mostrador me miró ofendida de cojones y dijo: 
.-¿Con que una paja con una horchata, eh? 
Su tono agresivo me chocó un montón. ¿A qué venía esa cara de pocos amigos? A saber. Cualquiera es el listo que entiende a las mujeres. Me dije que a lo mejor estaba con el mes y le contesté:

.-Eso es. 
.-¿Por qué no se cachondea de su padre?
(...) 
Me sonrojé hasta los tuétanos y sonreí estúpidamente al personal que me rodeaba sin saber qué hacer o qué decir.
.-¿Pasa algo? -le preguntó el encargado a la camarera.
.-Este grosero, que me está faltando.
.-Oiga, yo... 
(...)
.-¿Qué te ha dicho? -preguntó a la camarera. 
.-Me ha pedido que le haga una paja -dijo la tía haciendo pucheros.
(...) 
.-Perdone, pero yo...
.-Los tipos como usted me revientan -dijo el encargado escupiéndome las palabras.
.-Me parece que aquí hay un malenten...
el dido se me quedó dentro ya que el tío me había agarrado el pescuezo con sus manoplas y me lo retorcía con un entusiasmo que ya ya.

Las reglas del juego, pág 53
Carlos Pérez Merinero.

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