lunes, 25 de enero de 2021

CONTRA LA BIOGRAFÍA


Donde hay vida no hay biografía. Donde hay biografía no hay vida. Parece mentira, si mentira no es, que algo tan sencillo de entender siga precisando de una explicación complaciente (ya en un sentido o en otro), pues resulta obvio hasta la insolencia, que el relato de la vida de una persona ni es ni puede ser la vida de esa persona, en la medida en que ese relato se ha de ajustar en exceso a los hechos que ya tuvieron lugar, mientras en vida del biografiado estuvieron siempre por formalizarse, o no necesariamente. Las agendas –en tanto escritura que da cuenta directa de la vida en curso– está llena de supuestos, de intenciones, como la novela de un mal novelista.
 

La vida y la biografía, bien está reconocerlo así, comparten sujeto, mas en ningún caso –ni siquiera tratándose de una autobiografía o de unas memorias– idénticos espacio y tiempo, lo cual acaba dando para sospechar si no estaremos refiriéndonos a dos sujetos que ni siquiera llegaron a tropezarse en vida. O si se trata de un doble del referente. De su suplantador. De alguien que, en fin, supo ponerse y ocupar el sitio y la hora de uno cuando uno ya no estaba allí ni entonces.

La pregunta que se me hace perentoria es ¿qué necesidad hay de cometer semejante tropelía contra el pasado que no ha de volver? ¿Por qué es afán en convertir a una persona en el personaje de una ficción que en ningún caso es la de ella por ser la nuestra? ¿A qué darle un destino fidedigno a quien, a esas alturas, probablemente sólo querría desautorizar su biografía? Bien mirado, vivir no trata de otra cosa, no pretende ir más allá . Desautorizarse permanentemente. Cambiar. Deshacer lo hecho haciendo su contrario. Negarse a ser la imagen que damos. Como el porquero de Agamenón, no estar plenamente de acuerdo con nada, y menos con uno mismo. Y luego, siendo esto lo mejor de lo imposible, vivir como un noble arruinado entre las ruinas de su propia inteligencia, como nos dejó dicho Jaime Gil de Biedma.

Lo que sí tengo claro, hasta el extremo de servirme de divisa, como una de esas frases en negrita que se destacan en los periódicos, es que Carecer de biografía lleva su tiempo. De modo que no lo malgastemos en testamentarías que no dejan a los huérfanos más que deudas y pagos pendientes. Es la vida lo que está en juego mientras tanto. Ni antes ni después.