martes, 31 de enero de 2012

La chusma poética

-Españolito que vienes al mundo, te guarde dios. Una de las dos Españas ha de helarte el corazón. (A. Machado)

Anoche me encontré en un gracioso apuro. Mis padres y mis hermanas fueron al Liceo, el servicio aprovechó para ir a ver a Lola Flores. (J. Gil de Biedma)

Así pues, ¿Chacón o Rubalcaba?

-Curioso que cualquier empresa común que se quiera emprender en España haya de ser una Reconquista. Porque, la verdad, ¿hemos tenido algo, alguna vez, merecedor de volver a ello?

Aparte del esplendor de oropel del Real Madrid, nada

-Si la brújula te falla, sólo te queda cambiar de lugar los lugares del mundo – exclamó el viejo poeta vesánico a quien, pese a sus gritos, nadie escuchaba.

lunes, 30 de enero de 2012

Escatologías –II-

Rajoy impone el déficit cero y castigos para las autonomías manirrotas.

Los titulares de la prensa se deben al interés y no a la ‘verdad’, de manera que no pasan de sugerir. Como el cartero –ese entañable ser en vías de extinción-, se queda en la puerta prudentemente, no sea que al destinatario de la carta, ante la gravedad de la noticia, le de por emprenderla con él, lejos de toda culpa.

El déficit cero –ni frío ni calor- afecta nada más a los ayuntamientos, pues debe quedar alguno que todavía no sea ‘popular’. Las autonomías -que sí lo son a la espera de la rendición total de Andalucía, donde si ya sobraban sevillanos pijos con el pelo engominado, salvo los caracolillos que a modo de primoroso encaje les cubren el desierto cogote, y el jersey ligeramente descuidado sobre los caídos hombros, los vamos a tener hasta en el gazpacho de pobres: agua, un chorrillo de aceite y menos de vinagre, sal y trocitos de tomate y de pimiento, como las sorpresas de un roscón de Reyes, nadando en el agua límpida. Las autonomías, decíamos, podrán alcanzar el 1,4%, posiblemente la cantidad precisada para pagarse la gomina (la manicura, la sauna, la clínica de reposo, el personal coach y los trajes, que no se nos olvide pedir la factura del traje) y la túrmix para el gazpacho de rico, de los cargos del Partido.

Malos tiempos para Spaín, se lee en la página siguiente del periódico que trato con mucho mimo, por si se da el caso de tener que usarlo en lugar del papel higiénico –sedoso y perfumado- que desde primeros de año he dejado de adquirir por eso de sumarme al esfuerzo y el ahorro nacional. Pero no se preocupen por mí: tampoco como.

¡Qué no te quieres enterar!

Umberto Eco hablaba de cómo el fascismo había dejado de ser, simplemente, un movimiento político concreto para convertirse en lo que ya era: una actitud que preñaba la política en determinados momentos y siempre. Lo llamo Ur fascismo, el fascismo de los orígenes y el fascismo eterno.

Wilhelm Reich desvelaba la psicología fascista y le sugería al pequeño hombrecito que la escuchara subir desde su interior más profundo. Cosa que, por supuesto, el pequeño hombrecito no hace por temor a que ese facistilla okupa asome de una vez por todas y le gane la casa común. De modo que se convierte, acaso sin saberlo, en el gran represor de sí mismo, o si lo prefieren, en el ur-fascista de la razón dominadora.

Freud, refiriéndose a aquel que sueña con matar (p.e.), sentenció (por algo era Freud) que el hombre bueno se contenta con soñar lo que el hombre malo, en cambio, es capaz de llevar a cabo.

Lo curioso de todo esto es que en las condiciones de vernos obligados a realizar aquello que no nos acaba de gustar, echamos mano de ese homúnculo interno, de ese malo, de ese fascista que guardamos y así es como terminamos haciendo lo que no queríamos hacer, o sí.

Pero de ello sólo nos damos cuenta porque sucede en el otro. Es el otro el que enloquece mientras nosotros seguimos cuerdos. El que está bebido, drogado, fuera de sí, jamás es uno mismo, lo es quien te lleva la contraria; quien te ofrece su opinión en lugar de su conformidad.

Me ocurrió anteayer. Visitaba un centro liberado donde hablaban de cárcel igual a tortura y se me ocurrió, aun estando de acuerdo con esa proposición inicial, que, no obstante, algo callado la viciaba. En contra de mi pasividad natural, y como andaba algo extrañado por la ingesta de agradables espiritosos, lo dije así para que me oyeran, apelando a argumentos que, ¡claro!, no poco le debían a esos tragos y trasgos capaces de distorsionar ‘las maneras’. Cansados de mi voz, pues no voy a dudar de su probidad intelectual ni a tomarme a mí mismo tan en serio, a tal evidencia recurrieron por mor de callarme.

Y me callé y me fui. Eran más y contaban con la razón, estable en la suma y capaz de crear un estado de conciencia fuera del cual no existe posibilidad alguna. Sólo a un poeta (Paul Eluard) se le ocurre decir: Hay otros mundos, pero están en éste. Mentira. Reunidos los hombrecillos, no existe más mundo que su mundo; otra conciencia que la suya. Para eso se reúnen.

sábado, 28 de enero de 2012

Crónica de una inocencia anunciada




Como en el Circo –pero sin el como-, hay que poner cara de asombro, fingir que te sorprendes, mostrar que se te alivia el alma cuando el trapecista, luego de un triple salto mortal con estrambote, pone el pie en la arena, a salvo ya de cualquier contingencia desfavorable. Como en el circo –pero sin el como-, todo debía estar previsto –atado y bien atado, franco enunciado- en el juicio con jurado ‘popular’ de Francisco Enrique Camps Ortiz a tenor de esa sentencia absolutoria que resuelve el caso a su favor y provoca la aclamación unánime de los espectadores.

Vale que pudiera haber devenido un accidente; que lo inopinado se hiciera carne –como lo escribiría un metafórico de derechas- y al mentado Francisco Enrique Camps Ortiz lo hubiesen declarado culpable, pues también puede ocurrir en el circo –pero sin el como- que el trapecista se despanzurre contra el suelo (dios no lo quiera). A veces, en ocasiones conviene al espectáculo, a su credibilidad.

La cuestión está en determinar si en esta ocasión concreta existía o no semejante posibilidad. Y juzgo razonablemente que no. Bueno, lo de razonable vamos a dejarlo entrecomillado, pues visto que yo me ando más bien entre ficciones, que mejor me fio de un cuento antes que de un teorema, en realidad cuando pienso en ello me asaltan la cabeza algunas escenas del cine americano. Esas en que un negro habla con un agente del efebei y éste le dice: si te entregas, tendrás un juicio justo. Usted es gilipollas, le contesta el negro, aunque se trague lo de gilipollas por si acaso eso supone resistencia a la autoridad. No ve que soy negro y esto es Alabama.

Pues lo mismo pienso que pienso respecto del juicio del señor Camps Ortiz. ¿Un juicio justo? (proposición para evidenciar la fatalidad de un juicio injusto; que juicio y justicia, con venir de la misma familia léxica, no andan bien avenidos) ¿No ve que yo soy el camps y esto es Valencia?

Menos dificultades debió tener Abraham para hallar diez hombres justos en Sodoma que el Tribunal en Valencia para decidir los nueve que compondrían el jurado que habría de declarar inocente al tito camps. Lo decía El Mundo, no yo, que cada valenciano oculta a Hacienda rentas por valor de 5.331 de euros de media al año. ¿Habrá quién en Valencia piense que recibir regalos es delito? Por otra parte, ya se sabía que en dicha Comunidad (autónoma donde las haya) al menos uno de cada dos estaba a favor del ‘tito’, conforme pudo verse en las pasadas elecciones autonómicas y generales (52,2% de votos a favor de los Pijo Pollas).

Así las cosas, si se tratara de buscar inocentes, ya sabemos en dónde no debemos hurgar. En Valencia, el más tonto fabrica relojes, dice el castizo. Crematorio, la rebautizó una serie televisiva de mucho éxito.

Los riesgos de la enseñanza universal

Un visitante preguntó al señor Jacotot si las mujeres en una situación de igualdad todavía serían bonitas. Privemos a estos atontados de respuesta (Jacques Rancière. El maestro ignorante)... parece proponerse el señor Jacotot antes de responder lo que no le respondió a aquel visitante temeroso de perder lo que tenía a su disposición: mujeres bonitas. Desiguales pero bonitas. Y cabe pensarlo, bonitas porque distintas.

El visitante del señor Jacotot –ahondemos en las suposiciones- no gustaba de sí mismo y, ¡claro!, buscaba y cogía de cuanto no era como él era: las mujeres. Pero si las mujeres se le volvían iguales, entonces “pa’que coger”.

El visitante del señor Jacotot, nada más salir de visitar al señor Jacotot sin que éste le resolviera las dudas que le trajo, se convirtió en un gran pajillero de quien nunca más se supo.
Cierto que allí donde sea que fuera, las mujeres son distintas, pero tan cierto como que ninguna acaba por convencerle. Pensando en la irresolución de Sísifo, él siguió dale que te pego, sube - baja, un día y otro día, los días que le quedaron.

jueves, 26 de enero de 2012

Recortes

-Lucía Etxebarría deja de escribir por culpa de la piratería. Espero que cunda el ejemplo. Empezando, claro, por mí. Ea, hoy ya no escribo más. Ustedes se lo pierden.

Mentar los derechos de autor asegurando que se actúa en su defensa es, sin duda alguna, una sutil artimaña para partirnos el corazón. Pobrecillo autor, tan desvalido frente a las maldades de unas tecnologías que parecen hechas exclusivamente en su contra. Pero, ¡coño!, si el susodicho autor sólo se lleva, con suerte, el diez por ciento del precio sin iva del libro. Una cantidad irrisoria que, estoy convencido, cualquier pirata de los libros de Lucía Etxevarría o de (incluya aquí su nombre propio) estaría más que dispuesto a abonarle con sólo disponer de su número de cuenta corriente, en Caja Rato a ser posible.

Lo decía Roger Chartier -y Roger Chartier es quién para decirlo- que, en su origen, el problema de los derechos de autor enmascara, en realidad, el problema de los derechos del editor.

-Son muy religiosos. No lo entienden, argumenta Jonathan Mills en defensa de sus padres y sus hermanos. Y ¿qué deberían entender y la religiosidad se lo impide? Pues que Jonathan Mills es gay. Tan gay como muchos religiosos a los que su religión no les impide aprovecharse de los chiquillos a los cuales, entre otras asignaturas banales porque no atañen al espíritu, les enseñan la religión como terapia contra la homosexualidad.

Sencillo como un haiku.

Sólo por jugar, cambiemos los términos de lugar. Son muy homosexuales. No lo entienden. Y, ¿qué… etcétera. Pues que los padres y los hermanos de Jonthan Mills son religiosos. Tan religiosos como muchos homosexuales a los que su sexualidad no les impide dejar la asignatura de religión para septiembre.

Fácil como un teorema: darle al cuerpo lo que es del cuerpo y a los dioses cuanto de los dioses sea. Cuando convenga. Hay tiempo.

-Madrid tendrá una calle o una plaza con el nombre de Manuel Fraga.


Propongo desde aquí al Exmo Ayuntamiento de Madrid que dicha calle o dicha plaza, ¿por qué no avenida, una vez puestos?, se llame sencillamente Mía.

Los pecios



Sabe que el poema, en cierto sentido, es siempre la ausencia de otro poema. (Jacques Rancière)

Es decir, el lugar que ocupan las ruinas. Un desierto. El océano. Todo cuanto permanece vacío. En la espera. Aquello que no se atrapa en la mirada. Eso en lo que se descompone la mirada. Lo que carece de centro y con lo cual no hay distancia. A la vera de nadie. Y a su disposición.

Sabe que el amor, porque carece de sentido, es siempre la ausencia de otro amor.

Esto es, el amor que por ti seguiré sintiendo luego. También eso.

miércoles, 18 de enero de 2012

Recortes

-Las grandes empresas piden a Guindos firmeza en la reforma laboral.

Y digo yo, ¿a qué acepción de las tres que nos ofrece el Diccionario de la Real del término ‘firmeza’ se refieren las grandes empresas?

1. f. Cualidad de firme.
2. f. Entereza, constancia, fuerza moral de quien no se deja dominar ni abatir.
3. f. Joya u objeto que sirve de prueba de lealtad amorosa.

Porque, claro, así la cosa, no me extraña que se hayan opuesto con tanta ‘firmeza’ (la uno) a alcanzar el acuerdo con los sindicatos, en la espera ‘leal’ de recibir una ‘joya’.

-La literatura en ocasiones nos sorprende. ¿Recuerdan la historia del Lazarillo de Tormes? No hace falta que la recuerden toda, sólo la anécdota en la que el ciego castiga al Lazarillo por comerse las uvas de tres en tres. El inocente Lázaro González Pérez -ya ven qué apellidos tan humildes- no entiende cómo ha logrado el ciego, en su ceguera, descubrir su treta. Y como es medio tonto, acaba por preguntárselo.

Muy fácil, le responde el zorro (apellidado Murrieta, lo cual ya es distinto) ciego. Porque yo me las andaba comiendo de dos en dos y tú no protestabas.

Moraleja: Niña, cuando veas a tus padres mojar, dile a tu esposo que se limite a mirar. Todo queda en familia.

-Tzvetan Todorov :Ahora nuestras democracias tienen el enemigo dentro.

El gallego Rajoy: Mais, mire usted si eso será mentira, que ayer mismo, sin ir más lejos, enterramos a don Manuel Fraga Iribarne.

Quién lo iba a decir.

lunes, 16 de enero de 2012

Escatologías


"El Gobierno pide un esfuerzo más’ y garantiza que no será en vano"

Siento que el esfuerzo me acompaña desde siempre, y mire si han pasado años. Probablemente sea una frase alrededor de esa palabra la primera que recuerde haber oído. Nada de ‘qué niño más mono’; ‘cuchirritín’; ‘cielo’; ‘uy.. te comía’. No. Haz un esfuerzo. Rempuja. No me aclaro bien si porque renunciaba a eructar luego de mamar a ciegas, o porque no cagaba sino me metían por el culo el rabillo de una hoja de geranio empapada de aceite (y luego hablarán) mientras insistían: aprieta, afánate.

No sé si, como les digo, será por una de esas dos razones (auténticos traumas infantiles, entiéndanse) por lo que, cada vez que oigo pronunciar esfuerzo, afán, rempujo, empeño, sudores me entran, a mí cuanto me entra es como una necesidad fisiológica suficiente para correr a autorregularme el organismo.

Dadas las críticas circunstancias, últimamente estoy que no me contengo. Me cago a la primera de cambio. Si miro el periódico, si enciendo a la televisión, si le pregunto a los niños qué tal el trabajo y ellos me contestan que se afanan. El esfuerzo y la diarrea me vuelven a atacar al unísono, como si fueran la traducción libre de un mismo y único concepto.

Y no tengo conciencia de que no sea en vano. Tanto esfuerzo para nada, me desconsuelo sólo de pensarlo. A no ser, se me ocurre como iluminado por la gracia de un espíritu travieso –premio por permanecer tanto tiempo en cuclillas, apoyado en los calcañares-, que aproveche para cagarme en ellos; me cague -me propongo- en tanto adalid del esfuerzo ajeno. Porque, y la ocurrencia es del mismísimo y espantoso Camilo José Cela, 'no es lo mismo, amor mío, estar cagado que estar cagando'.

domingo, 15 de enero de 2012

LA FUERZA DEL AMOR

(a Fátima)

María Mirona se llamaba la chica que más me quiso en la vida, aun cuando jamás en mi vida llegué a enterarme de qué veía en mí María Mirona para quererme tanto.

A veces le preguntaba:

--¿Qué miras, María Mirona, cuando me miras?

Y ella me seguía mirando sin contestar, de modo que tampoco yo era capaz de dejar de mirarla a ella.

--No me mires así, María Mirona –le dije, por fin, un día, y ella, por no me contrariar, hasta dejó de mirarme.

Yo, viendo que ahora María Mirona no me miraba, me puse a morir de amor en ese preciso instante.

¡Qué muerte más mala si no te miran!

¡Qué muerte más dulce!, los ojos de María Mirona mirándote hasta la muerte.

viernes, 13 de enero de 2012

De vida beata, también

Pasé la edad de hablar en exabruptos,
pero con qué gusto me cagaría
en los muertos de más de uno y de dos
de aquellos que viven sin ligereza.

Esos para quien la vida discurre
sin más finalidad que su presencia
allí donde, sin embargo, ninguno
los necesita nunca.

Pasé la edad de meterme en batallas
que ni son las mías ni son de nadie,
pero con qué gusto me llevaría
a casi todos ellos por delante.

Perdí la edad, sí, y me quedé sin fuerzas.
Mas una correncia le da a cualquiera
en el momento más inesperado,
y quien da primero, aun tiene tiempo
para salir huyendo.

Excursus sobre libros –II-

… estamos como al principio.

Mirados de frente, los lomos adocenados de los libros en su anaquel, semejan los miembros –secretamente voluntarios- de un pelotón de fusilamiento. La mayoría de ellos disparará cerrando los ojos y casi nunca atinando, aunque a ti ese casi de nada te libre. Pero uno, nada más uno, abre los ojos como si lo hiciera por primera vez y acierta a ponerte la bala que te mata en la sien. Momento decisivo tras el que se muestra la elección.

Sales a la calle con el libro descuidado bajo el brazo, bien guardado en el interior de una cartera de piel beis donde se anuncia un Congreso de Jóvenes Emprendedores, regalo por no asistir, pues siempre es conveniente, incluso si sacas el libro de la biblioteca de tu casa, que lo lleves a dar un paseo, que le de el aire, que se aireé como las sábanas que acaban de empaparse de los sudores de un encuentro amoroso, antes de comenzar la proyectada lectura, algo, en el fondo, tan circunstancial como pudiera ser que, en el transcurso de ese paseo con el libro, acuciado por la sed que viene con la victoria de haber sabido elegir, entres en un bar, te acodes en la barra, pidas una cerveza, o un vaso de vino tinto, y sólo porque ha transcurrido un rato (espera, ratito de oro, que quiero gozarte aquí, Juan Ramón) sin otras preocupaciones que las de la espuma de la cerveza o el ritmo de trasiego del vino, a la salida olvidas recoger el libro, lo dejas en el hueco bajo la barra, donde no le daba la luz, quizás en prenda de una pretendida deuda con la humanidad, más necesitada que tú, lo piensas a veces, de una buena lectura.

Mas el lomo del libro es como el perfil de un asesino que acecha en la sombra y te sigue cuando escapas, si intentas la habilidad de darle de lado con cualquier pretexto…. (continuará)

martes, 10 de enero de 2012

In-acción Directa

(propósito para un año que recién empieza)


Por nuestra parte al menos, no hay porqué buscarle soluciones al mundo del trabajo tal y como está (y ‘es lo qu’es’, dicen en Almería con la constancia repetitiva de quien sabe lo que dice) Hay, por el contrario, que escapar de él. Inutilizarlo. Emanciparse, si me admiten tan añosa palabra. Una palabra, digamos de paso, cuyo uso se ha perdido, mas no por ello ha visto diluirse su sentido en la práctica del vivir cotidiano.

Si el 2012 va a ser el fin del mundo, por favor, que no nos coja trabajando.

domingo, 8 de enero de 2012

De la lógica

Cuyo título completo reza: De la lógica que, con permiso de Max Aub*, deberá aplicar don Mariano Rajoy, a la sazón presidente del Gobierno de España, ¡firmes!, para el pertinaz entendimiento del asunto del desempleo.

Los desempleados fueron traídos aquí por una administración. Esta administración ha desaparecido, pero los hombres siguen aquí. A aquella administración sucedió otra, que trae más desempleados. Como los primeros no pueden reclamar a la administración que aquí los trajo, porque ya no existe, no tienen a quién dirigirse para solicitar su empleo, y aquí seguirán hasta su muerte.*
Los otros. De los otros ya se hablará una vez quede solucionado el problema de los unos.
*Max Aub. Manuscrito cuervo. Historia de Jacobo. Cuadernos del Vigía. Granada 2011.

Excursus sobre libros




No cabe solución al problema de los lomos… de los lomo de los libros, aclaro. Son de de natural feo, soso, rancio y, cómo no, atravesado, por separado, y más todavía juntos.
Cuando los libros se encuentran a nuestra disposición y no a la venta; es decir, firmemente instalados en un anaquel de cualquier Biblioteca (privada o pública, en cualesquiera de ella es lícito robar*) en lugar de sobre la mesa central de una librería, porque entonces dan la cara, lo primero que de ellos vemos es el lomo, y ¡por dios! si no cuesta un tremendo esfuerzo personal, intransferible, como el DNI, pararse y elegir uno en concreto frente a tanta rigidez y simpleza, como de noble castellano. El nombre, el asunto y basta. Hay que conformarse.
De modo que tendemos a decantarnos por un nombre que ya nos resulta conocido (best sellers) o el asunto (desprovisto, en cualquier caso de su aspecto sexual) por el cual supuestamente andamos interesados.
En principio parece suficiente si uno va de lego o va de oídas o va de lego y oídas a la par. Mas esta casualidad apenas si tarda en agotarse. Unas veces porque el fulano no es el mismo fulano ( y en esto los libros se asemejan a las parejas de novios: como desengañan, uno de los dos, en llegando al matrimonio) que, en efecto, veníamos tratando. Otras, porque hay engaño en la alusión al asunto: un día me compré ligero Usos del diccionario convencido de que la cosa iría de la semántica para arriba y cuál no sería mi desilusión cuando, ya en casa, cómodamente sentado y pertrechado con un largo vaso de güisqui en las proximidades, me encontré con unos poemillas ardorosamente juveniles. Pero común y fundamentalmente, porque nadie si no Jorge Luis Borges fuera capaz de imaginarse el autor de la Biblioteca de Alejandría al completo, lo mismo que de la Enciclopedia Británica y ya se había quedado ciego cuando la emprendió con la Espasa, que por ello nunca se acaba, si bien su nombre, por causas editoriales que nos sobrepasan, no figura en los lomos de todos los libros, como correspondería. O sea, y resumiendo, pues el tiempo se nos agota, que sin ninguna precaución posible nos encontramos forzados a tirar de otra nombre que ni nos suene hubiese escrito algo en su vida y/o a empezar a preocuparnos por asuntos que en la vida, la nuestra, nos habían preocupado, pero que, desde ese preciso instante en que decimos volver a leer, pese a haberlo leído todo, suficiencia que no más se hace presente tras la lectura del primer libro.
Con lo cual, estamos como al principio…. (continuará)
*nótese que escribimos lícito y no legal, de modo que deberán seguir poniendo mucho cuidado si pasan a la acción.