Optamos por
crecer en lo más fácil:
El poema es
lo que hay en las páginas de un libro de poemas.
Sacudir el
libro con la fuerza que alienta el hambre.
Estar cuando
las palabras caen al suelo
y se
desparraman
y así hallan
su sentido prestado.
Correr.
Huir de la
casa del poeta,
como el
ratoncillo que escapa de un gato mal alimentado,
porque al
pronto la llama prende
y el suelo
arde.
Tanto calor
provoca que los pies suden,
y entonces
un olor maloliente se adueña de la casa,
sube a las
azoteas,
desde donde
hace que la ciudad despierte.
¡Qué terror
más grande se apodera de los ciudadanos!
Al amanecer
del día siguiente hay largas colas en las puertas de los
/cuarteles :
todos
quieren armarse,
y
es el propio gobernador civil
quien
da la orden de armar al pueblo.
Fusiles,
pistolas, ametralladoras, hachas, puñales, el sable de paseo de un general
tuerto, el ancla de un marinero, las agujas de los relojes, las cucharas y los
tenedores, todo vale en manos de los desafectos al desorden que con la suelta
del poema se ha impuesto.
Está, ¡como
no!, en peligro la vida del poeta.
Se ha
dispuesto una cuantiosa recompensa
para el
primero que lo encuentre
y vivo o
muerto,
entero o
descompuesto,
lo entregue
a las Autoridades,
quienes
enseguida,
y con
enorme sabiduría,
recompondrán
la situación
incluyéndolo en las
antologías.