Lo
Invisible ocupa un lugar vacío
Durante años, esta rotunda
sentencia de Ibrahim de Nola, discutidor converso que fuera a ratos tabernarios
de Baruch de Espinosa, se conservó con los rasgos verdaderos de una profecía al
darse por sentado (señales había) que “lo Invisible” –tendenciosamente escrito
con la mayúscula inicial- hacía simple, clara y limpia alusión a dios mismo, a
quien, en efecto, se habrá de ver un día, el último, estando en esto la promesa
o la predicción redentora. Acto seguido entraba don Ibrahim a exponerle al lego
novicio, al burdo catecúmeno, lo que a su vez significaba “un lugar vacío”,
diciéndole, sin mucho apego a la razón, cómo resultaba ser el tal lugar el
hombre; el hombre mientras todavía no se ha topado con dios ni ha sentido su
Gracia ni ha aprovechado de su favor.
Pero el tiempo, inconstante,
se superó a sí mismo, y de la escasa obra canónica del de Nola terminaría
haciéndose una lectura malamente materialista en la cual se privilegiaba, grosso
modo, el “lugar vacío” en detrimento
interesado de “lo Invisible”, asegurándose que lo primero en mirarse y verse
era ese “lugar vacío”, y luego, y si acaso, “lo Invisible”, pues siendo no ver
nada, por más de permitirle a la mirada adentrarse y entretenerse entre los
vericuetos de un sueño o del mucho vino, se podía pensar estar viendo la
invisibilidad en su prima y original condición de nada.
El primero en aprovechar tan
original y poético planteamiento fue el judío alemán Walter Benjamin en su
concepción iluminada del Ángel de la Historia. Ese ángel, sustituto del de la
Guarda en lo cronológico, que por caminar de cara a la historia y de culo a su
futuro, el futuro de la Historia, ve ruinas en el lugar vacío, sombras documentales
de “lo Invisible” a su paso por el lugar.
Con todo, habrá que esperar
a Buenaventura Durruti para que la tesis se verbalice en su plena materialidad: Las ruinas no nos dan miedo. Sabemos que no vamos
a heredar nada más que ruinas, porque la burguesía tratará de arruinar el mundo
en la última fase de su historia. Pero a nosotros no nos dan miedo las ruinas,
porque llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones.
Y
luego agregó: Ese mundo está creciendo en
este instante. No sé a ustedes, pero a mí me da la
impresión de que ya tarda demasiado. Así fuese que “lo Invisible” se viese
ahora sustituido por “lo Indecible”, aquello
que ni imaginarse puede, y así fuese también que, en nuestro tiempo, ni de cara
ni de culo al pasado y al futuro, no más ¡Presentes! como los muertos, Lo indecible ocupa un lugar vacío. Anti-Anarquía
de pensar que Antaño ya ocurrió aquí un
hecho memorable. Pierde el tiempo quien aquí se detiene a esperar paciente su
ocasión. (el poeta turco)