En principio, el arte
–concretado con innecesaria obviedad en la obra de arte- es un retardo. La vida
–grave presunción hablar de “la vida” como de algo conocido- por el contrario, una
aceleración constante. ¿Debiéramos concluir, a la vista de lo dicho, que arte y
vida no van a encontrarse nunca? Pero, igualmente, ¿Es necesario llegar a una
conclusión al respecto? Robert Filliou estaba convencido de que “El arte es lo
que hace la vida más interesante que el arte.” Quizá porque el arte, en su
retrasarse, sea lo que hace que la vida se acelere. O porque la vida,
adelantándose, hace que el arte, atrás, nos parezca un buen resguardo. En
cualquier caso, pienso que el arte goza de una
paciencia infinita y la prisa de la vida no va a ninguna parte. Aquí es
donde se encuentran.
sábado, 30 de abril de 2016
jueves, 28 de abril de 2016
UN SERIO ASUNTO
Por favor, no adviertan tan temprano la derrota. Y quién es quién para
decir que las guerras acaban algún día. Al menos, las guerras civiles.
...la
vida
Val
només per moments
Inesperats
d’intensa
Felicitat
que no podem
Fer
nostra del tot
Ni
retenir-la gaire estona.
Tampoco es mucho pedir, como me
aconseja Joan Vinyoli.
martes, 26 de abril de 2016
jueves, 21 de abril de 2016
DECLARACIÓN DE DERECHOS Y DEBERES DEL ESTUDIANTE, APROBADA POR ACLAMACIÓN UNÁNIME EN LA SESIÓN DE MOCIONES DEL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES CELEBRADA EL DÍA 17 DE OCTUBRE DE 1923.
DERECHOS:
1. El Estudiante tiene el derecho de elegir los directores de
su vida educacional, y de intervenir en la vida administrativa y docente de las
Instituciones de Enseñanza, ya que él es soberano en estas instituciones, que
sólo existen para su provecho.
2. El Estudiante tiene el derecho de asistir libremente a sus clases, sin la coacción vergonzosa de la asistencia obligatoria a un profesor determinado.
3. El Estudiante tiene el derecho de exigir la más preferente atención del Gobierno, para los asuntos educacionales, por ser la Educación la primera función de un Gobierno civilizado, debiendo todas las otras funciones, la económica, la administrativa, la política, etcétera, contribuir al engrandecimiento de aquélla.
4. El Estudiante tiene el derecho de la libertad de la Enseñanza, impidiendo la intromisión gubernamental en los asuntos educacionales, como no sea única y simplemente para aportar recursos, medios e insinuaciones, debidos a la protección que en la declaración anterior a esta, dice ser un primordial deber, protección que por ningún motivo le da derecho a dirigir o intervenir en la constitución interior de la enseñanza, que debe ser regida por individuos, profesores y alumnos, salidos de su seno, con conocimientos científicos prácticos sobre la materia, y no por políticos que desconocen el asunto y que no son representantes legítimos de los ciudadanos que desarrollan la función de la Educación en la sociedad.
Por libertad de enseñanza sólo puede entenderse la independencia de esta del actual sistema de Gobierno democrático, representativo o parlamentario, existente en casi todos los pueblos del mundo; pero debiendo regular esa libertad y dirigir esa enseñanza libre los mismos educandos y educadores, mediante el organismo que ellos designen por elección, en virtud del Derecho de Soberanía reconocido al estudiante en la Declaración primera, que lo iguala al profesor, que usurpaba este derecho desde tiempo inmemorial.
5. El Estudiante tiene el derecho de exigir a los más sabios educadores y a las más profundas mentalidades del país, el sacrificio de su valer en aras de la enseñanza de la juventud intelectual.
2. El Estudiante tiene el derecho de asistir libremente a sus clases, sin la coacción vergonzosa de la asistencia obligatoria a un profesor determinado.
3. El Estudiante tiene el derecho de exigir la más preferente atención del Gobierno, para los asuntos educacionales, por ser la Educación la primera función de un Gobierno civilizado, debiendo todas las otras funciones, la económica, la administrativa, la política, etcétera, contribuir al engrandecimiento de aquélla.
4. El Estudiante tiene el derecho de la libertad de la Enseñanza, impidiendo la intromisión gubernamental en los asuntos educacionales, como no sea única y simplemente para aportar recursos, medios e insinuaciones, debidos a la protección que en la declaración anterior a esta, dice ser un primordial deber, protección que por ningún motivo le da derecho a dirigir o intervenir en la constitución interior de la enseñanza, que debe ser regida por individuos, profesores y alumnos, salidos de su seno, con conocimientos científicos prácticos sobre la materia, y no por políticos que desconocen el asunto y que no son representantes legítimos de los ciudadanos que desarrollan la función de la Educación en la sociedad.
Por libertad de enseñanza sólo puede entenderse la independencia de esta del actual sistema de Gobierno democrático, representativo o parlamentario, existente en casi todos los pueblos del mundo; pero debiendo regular esa libertad y dirigir esa enseñanza libre los mismos educandos y educadores, mediante el organismo que ellos designen por elección, en virtud del Derecho de Soberanía reconocido al estudiante en la Declaración primera, que lo iguala al profesor, que usurpaba este derecho desde tiempo inmemorial.
5. El Estudiante tiene el derecho de exigir a los más sabios educadores y a las más profundas mentalidades del país, el sacrificio de su valer en aras de la enseñanza de la juventud intelectual.
DEBERES:
1. El Estudiante tiene el deber de divulgar sus conocimientos
entre la Sociedad, principalmente entre el proletariado manual, por ser este el
elemento más afín del proletariado intelectual, debiendo así hermanarse los
hombres de Trabajo, para fomentar una nueva sociedad, libre de parásitos y
tiranos, donde nadie viva sino en virtud del propio esfuerzo.
2. El Estudiante tiene el deber de respetar y atraer a los grandes Maestros que hacen el sacrificio de su cultura en aras del bienestar y progreso de la Humanidad, y de despreciar y de expulsar de junto a sí, a los malos profesores que comercian con la ciencia, o que pretenden ejercer el más sagrado de los sacerdocios, la Enseñanza, sin estar capacitados.
3. El Estudiante tiene el deber de ser un investigador perenne de la Verdad, sin permitir que el criterio del Maestro, ni del Libro, sea superior a su Razón.
4. El Estudiante tiene el deber de permanecer siempre puro, por la dignidad de su misión social, sacrificándolo todo en aras de la Verdad moral e intelectual.
5. El Estudiante tiene el deber de trabajar intensamente por el progreso propio, como base del engrandecimiento de la familia, de la Región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad; por ser este progreso la suprema aspiración de los hombres libres, ya que reconocemos una completa superioridad de los valores humanos, sobre los continentales, de estos sobre los nacionales, de los nacionales sobre los regionales, de estos sobre los familiares y de los familiares sobre los individuales, ya que el individuo es base y servidor de la familia, de la región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad
2. El Estudiante tiene el deber de respetar y atraer a los grandes Maestros que hacen el sacrificio de su cultura en aras del bienestar y progreso de la Humanidad, y de despreciar y de expulsar de junto a sí, a los malos profesores que comercian con la ciencia, o que pretenden ejercer el más sagrado de los sacerdocios, la Enseñanza, sin estar capacitados.
3. El Estudiante tiene el deber de ser un investigador perenne de la Verdad, sin permitir que el criterio del Maestro, ni del Libro, sea superior a su Razón.
4. El Estudiante tiene el deber de permanecer siempre puro, por la dignidad de su misión social, sacrificándolo todo en aras de la Verdad moral e intelectual.
5. El Estudiante tiene el deber de trabajar intensamente por el progreso propio, como base del engrandecimiento de la familia, de la Región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad; por ser este progreso la suprema aspiración de los hombres libres, ya que reconocemos una completa superioridad de los valores humanos, sobre los continentales, de estos sobre los nacionales, de los nacionales sobre los regionales, de estos sobre los familiares y de los familiares sobre los individuales, ya que el individuo es base y servidor de la familia, de la región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad
Copia autorizada. El Secretario General del Primer Congreso
Nacional de Estudiantes.
P. de Entenza
Julio Antonio Mella, La Habana, Cuba, 17 de octubre de 1923viernes, 15 de abril de 2016
LA RAZÓN DE NO SER RAZONABLE, ES UNA SINRAZÓN CUALQUIERA
Rehusar cualquier atisbo de trascendencia. Actuar como de estar a
punto del gran batacazo y no pensar la proeza de subir por la ladera este de
una gran colina, desde cuya cima volverá a rodar, cabeza abajo, la roca hacia
el oeste, conforme el sol se oculta. Algunos quisieron ver en la labor del
griego Sísifo, antiguo rey de Éfira, el afán ciego de desgastar la altura de la
colina con el roce de la piedra empujada hasta lo más alto, y así aplanar la
superficie para que los desheredados de la tierra pudiesen añorar el horizonte.
-¡Vaya un camelo! –se le oyó
decir al anciano Nihilista, sentado al fondo del local, protegido por la
oscuridad y ahora sólo enfrentado a una botella de orujo blanco a medias.
Todo lo que trasciende vive con los días contados –continuó el Orador,
sordo a cualquier comentario que pudiera torcer su relato.- Yo sobreviví al
hundimiento del Pequod. Fui el único, de una tripulación numerosa que hasta
entonces había permanecido unida, que se negó a embarcarse en aquel su último
viaje. Yo no creo en ballenas blancas ni en hombres cuyo destino llevan escrito
las estrellas. Ahab no era más que un viejo desdentado. Mil y un hombres
murieron a su lado y sólo yo puedo recordar sus nombres. El nivel del mar
aumenta día a días por los cadáveres amontonados en sus profundidades.
-¿Y eso a quién le conmueve? –el anciano Nihilista parece tener ganas
hoy. El discípulo anónimo que se había acercado a su mesa y se había sentado a
su lado, pidió para él la segunda botella de orujo.
La trascendencia es un falso destino –desestimó el Orador la
intempestiva de su antagónico,- pues nadie supera la prueba de las alturas. Yo
estuve en los días del Diluvio. Desde la azotea de mi casa en la montaña pude
contemplar cómo las aguas anegaban la tierra. Incluso a mi llegaron a cubrirme
hasta la cintura. Me hice, entonces, como un árbol firme en sus raíces y logré
salvar a millones de pájaros que tomaron su descanso posándose en mis brazos,
extendidos como las ramas de un árbol frondoso. Pero también los pájaros que
salvaba de las aguas y de su frialdad, me abandonaban. Para ellos era más
trascendente volar que alegrar con sus cantos los momentos que me quedaban.
-Pero sigues vivo, Orador, superaste tu maldita trascendencia –el
anciano Nihilista logró finalmente que cuantos lo estaban escuchaban y atentos se
complacían en sus palabras, como los efectos de una planta adormidera, se
volvieran hacia él, banales virutas de hierro atraídas por un poderoso imán. Desde siempre no falta en su mesa una
botella de orujo gratis que lo distraiga en las horas que allí permanece
sentado, protegido por la oscuridad, proyectando sombras que alivien a sus
paisanos de las grandes certezas que el Orador quería confiarles.
Había nacido el Arco Iris. Andy Warhol lo inmortalizó con su polaroid.
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