sábado, 30 de abril de 2016

ARTE = VIDA (?)




En principio, el arte –concretado con innecesaria obviedad en la obra de arte- es un retardo. La vida –grave presunción hablar de “la vida” como de algo conocido- por el contrario, una aceleración constante. ¿Debiéramos concluir, a la vista de lo dicho, que arte y vida no van a encontrarse nunca? Pero, igualmente, ¿Es necesario llegar a una conclusión al respecto? Robert Filliou estaba convencido de que “El arte es lo que hace la vida más interesante que el arte.” Quizá porque el arte, en su retrasarse, sea lo que hace que la vida se acelere. O porque la vida, adelantándose, hace que el arte, atrás, nos parezca un buen resguardo. En cualquier caso, pienso que el arte goza de una  paciencia infinita y la prisa de la vida no va a ninguna parte. Aquí es donde se encuentran.

jueves, 28 de abril de 2016

UN SERIO ASUNTO



No lo puedo evitar. Acaso no lo quiera como de veras hay que quererlo: mitad esperanzado y mitad paciente. Y el caso es que lo siento. Mucho y en profundo. Lo siento como cuando te hieren con una cuchilla de afeitar y a la vista de la sangre te desmayas. Pero bueno, así son las cosas; al menos las cosas mías, las cosas que a mí me suceden y me desequilibran cada día. En concreto, y para ser breve, pues no es cosa de perder el tiempo cargando con cuanto sólo nos deteriora avant la lettre, voy a referirme a lo que me pasa y siento, y detesto sentirme así como me siento, al iniciar la lectura de No volveré a ser joven, de Jaime Gil de Biedma, y leo, en voz alta, para alejarme un poco de las palabras que me llegan extrañas, repito: Que la vida iba en serio / uno lo empieza a comprender más tarde... y ya no puedo continuar porque una segunda voz se me echa encima, así un camión volcara sobre mí toda su carga de arenas movedizas –desde muy chico les tengo pánico por culpa de las películas de Sandokán, el tigre de Malasia. Es una voz bronca, tenebrosa, arcaica, como la que en la verdad histórica debieron gastar Pedro Picapiedra y Pablo Mármol. Y esa voz que oigo repite incansable, mortecina, como un mantra recitado por monjes infernales: En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.

Por favor, no adviertan tan temprano la derrota. Y quién es quién para decir que las guerras acaban algún día. Al menos, las guerras civiles. 

...la vida
Val només per moments
Inesperats d’intensa
Felicitat que no podem
Fer nostra del tot
Ni retenir-la gaire estona.

Tampoco es mucho pedir, como me aconseja Joan Vinyoli.

jueves, 21 de abril de 2016

DECLARACIÓN DE DERECHOS Y DEBERES DEL ESTUDIANTE, APROBADA POR ACLAMACIÓN UNÁNIME EN LA SESIÓN DE MOCIONES DEL PRIMER CONGRESO NACIONAL DE ESTUDIANTES CELEBRADA EL DÍA 17 DE OCTUBRE DE 1923.





DERECHOS:
1. El Estudiante tiene el derecho de elegir los directores de su vida educacional, y de intervenir en la vida administrativa y docente de las Instituciones de Enseñanza, ya que él es soberano en estas instituciones, que sólo existen para su provecho.

2. El Estudiante tiene el derecho de asistir libremente a sus clases, sin la coacción vergonzosa de la asistencia obligatoria a un profesor determinado.

3. El Estudiante tiene el derecho de exigir la más preferente atención del Gobierno, para los asuntos educacionales, por ser la Educación la primera función de un Gobierno civilizado, debiendo todas las otras funciones, la económica, la administrativa, la política, etcétera, contribuir al engrandecimiento de aquélla.

4. El Estudiante tiene el derecho de la libertad de la Enseñanza, impidiendo la intromisión gubernamental en los asuntos educacionales, como no sea única y simplemente para aportar recursos, medios e insinuaciones, debidos a la protección que en la declaración anterior a esta, dice ser un primordial deber, protección que por ningún motivo le da derecho a dirigir o intervenir en la constitución interior de la enseñanza, que debe ser regida por individuos, profesores y alumnos, salidos de su seno, con conocimientos científicos prácticos sobre la materia, y no por políticos que desconocen el asunto y que no son representantes legítimos de los ciudadanos que desarrollan la función de la Educación en la sociedad.
Por libertad de enseñanza sólo puede entenderse la independencia de esta del actual sistema de Gobierno democrático, representativo o parlamentario, existente en casi todos los pueblos del mundo; pero debiendo regular esa libertad y dirigir esa enseñanza libre los mismos educandos y educadores, mediante el organismo que ellos designen por elección, en virtud del Derecho de Soberanía reconocido al estudiante en la Declaración primera, que lo iguala al profesor, que usurpaba este derecho desde tiempo inmemorial.

5. El Estudiante tiene el derecho de exigir a los más sabios educadores y a las más profundas mentalidades del país, el sacrificio de su valer en aras de la enseñanza de la juventud intelectual.

DEBERES:
1. El Estudiante tiene el deber de divulgar sus conocimientos entre la Sociedad, principalmente entre el proletariado manual, por ser este el elemento más afín del proletariado intelectual, debiendo así hermanarse los hombres de Trabajo, para fomentar una nueva sociedad, libre de parásitos y tiranos, donde nadie viva sino en virtud del propio esfuerzo.

2. El Estudiante tiene el deber de respetar y atraer a los grandes Maestros que hacen el sacrificio de su cultura en aras del bienestar y progreso de la Humanidad, y de despreciar y de expulsar de junto a sí, a los malos profesores que comercian con la ciencia, o que pretenden ejercer el más sagrado de los sacerdocios, la Enseñanza, sin estar capacitados.

3. El Estudiante tiene el deber de ser un investigador perenne de la Verdad, sin permitir que el criterio del Maestro, ni del Libro, sea superior a su Razón.

4. El Estudiante tiene el deber de permanecer siempre puro, por la dignidad de su misión social, sacrificándolo todo en aras de la Verdad moral e intelectual.

5. El Estudiante tiene el deber de trabajar intensamente por el progreso propio, como base del engrandecimiento de la familia, de la Región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad; por ser este progreso la suprema aspiración de los hombres libres, ya que reconocemos una completa superioridad de los valores humanos, sobre los continentales, de estos sobre los nacionales, de los nacionales sobre los regionales, de estos sobre los familiares y de los familiares sobre los individuales, ya que el individuo es base y servidor de la familia, de la región, de la Nación, de nuestro Continente y de la Humanidad
Copia autorizada. El Secretario General del Primer Congreso Nacional de Estudiantes.
P. de Entenza
Julio Antonio Mella, La Habana, Cuba, 17 de octubre de 1923

viernes, 15 de abril de 2016

LA RAZÓN DE NO SER RAZONABLE, ES UNA SINRAZÓN CUALQUIERA



Rehusar cualquier atisbo de trascendencia. Actuar como de estar a punto del gran batacazo y no pensar la proeza de subir por la ladera este de una gran colina, desde cuya cima volverá a rodar, cabeza abajo, la roca hacia el oeste, conforme el sol se oculta. Algunos quisieron ver en la labor del griego Sísifo, antiguo rey de Éfira, el afán ciego de desgastar la altura de la colina con el roce de la piedra empujada hasta lo más alto, y así aplanar la superficie para que los desheredados de la tierra pudiesen añorar el horizonte.

 -¡Vaya un camelo! –se le oyó decir al anciano Nihilista, sentado al fondo del local, protegido por la oscuridad y ahora sólo enfrentado a una botella de orujo blanco a medias.

Todo lo que trasciende vive con los días contados –continuó el Orador, sordo a cualquier comentario que pudiera torcer su relato.- Yo sobreviví al hundimiento del Pequod. Fui el único, de una tripulación numerosa que hasta entonces había permanecido unida, que se negó a embarcarse en aquel su último viaje. Yo no creo en ballenas blancas ni en hombres cuyo destino llevan escrito las estrellas. Ahab no era más que un viejo desdentado. Mil y un hombres murieron a su lado y sólo yo puedo recordar sus nombres. El nivel del mar aumenta día a días por los cadáveres amontonados en sus profundidades.

-¿Y eso a quién le conmueve? –el anciano Nihilista parece tener ganas hoy. El discípulo anónimo que se había acercado a su mesa y se había sentado a su lado, pidió para él la segunda botella de orujo.

La trascendencia es un falso destino –desestimó el Orador la intempestiva de su antagónico,- pues nadie supera la prueba de las alturas. Yo estuve en los días del Diluvio. Desde la azotea de mi casa en la montaña pude contemplar cómo las aguas anegaban la tierra. Incluso a mi llegaron a cubrirme hasta la cintura. Me hice, entonces, como un árbol firme en sus raíces y logré salvar a millones de pájaros que tomaron su descanso posándose en mis brazos, extendidos como las ramas de un árbol frondoso. Pero también los pájaros que salvaba de las aguas y de su frialdad, me abandonaban. Para ellos era más trascendente volar que alegrar con sus cantos los momentos que me quedaban.

-Pero sigues vivo, Orador, superaste tu maldita trascendencia –el anciano Nihilista logró finalmente que cuantos lo estaban escuchaban y atentos se complacían en sus palabras, como los efectos de una planta adormidera, se volvieran hacia él, banales virutas de hierro atraídas por un poderoso imán. Desde siempre no falta en su mesa una botella de orujo gratis que lo distraiga en las horas que allí permanece sentado, protegido por la oscuridad, proyectando sombras que alivien a sus paisanos de las grandes certezas que el Orador quería confiarles.

Había nacido el Arco Iris. Andy Warhol lo inmortalizó con su polaroid.