domingo, 18 de diciembre de 2016

EJEMPLOS, QUE NO EJEMPLARES




Son incontables los autores sin obra: ¡Qué le vamos a hacer!                    Harald Szeemann estaba obsesionado con abrir el Museo de la Obsesiones. Cuando La Caixa d’estalvis le ofreció el capital necesario para financiar su proyecto, Harald Szeemann se vino abajo, como un castillo de España. Las obsesiones ilusionan en la espera.        Emilio Gómez Barroso nos cuenta en su libro Perros sueltos de un niño que no quería pegar los cromos en su álbum correspondiente. Quizá porque pensaba que al hacerlo los cromos que coleccionaba porque le gustaban, se transformarían en las feas lápidas de un cementerio infantil.             En una universidad remota de los Estados Unidos de Norteamérica, no recuerdo cuál, se conserva como oro en paño un archivo de originales literarios inéditos.                  El exceso de contaminación en las grandes ciudades amenaza con desmoronar los versos de Paul Celan: Dein aschenes Haar Sulamith  wir schaufeln ein Grab in den Lüften da liegt man nicht eng (tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en el aire allí se reposa sin angostura.                       Los versos de Vicente Aleixandre: Cuando el agua se va, queda en los bordes.   Los versos de santa Teresa o de Juan de la Cruz, que en su atribución hay mucha controversia: Vivo sin vivir en mí.   Los versos de Antonio González Haba: Fuera todo esto de aquí.         Los versos de César Vallejo: Pero el cadáver, ¡Ay!, siguió muriendo.                  Y así sucesivamente, como en el Parchís: te como y me cuento veinte, para darlo todo por supuesto.              Menos lo principal, aquello que jamás veremos: el Vacío sobre el que se sustentan tales ejemplos y el Vacío que reclaman donde cumplirse al fin un día.                       Poesía después de Auschwitz.                 Tu cabello dorado Margarete                    Tu cabello de ceniza Sulamita.

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