miércoles, 29 de agosto de 2018

A CARLOS EDMUNDO DE ORY


Optamos por crecer en lo más fácil:

El poema es lo que hay en las páginas de un libro de poemas.

Sacudir el libro con la fuerza que alienta el hambre.
Estar cuando las palabras caen al suelo
y se desparraman
y así hallan su sentido prestado.

Correr.
Huir de la casa del poeta,
como el ratoncillo que escapa de un gato mal alimentado,
porque al pronto la llama prende
y el suelo arde.

Tanto calor provoca que los pies suden,
y entonces un olor maloliente se adueña de la casa,
sube a las azoteas,
desde donde hace que la ciudad despierte.

¡Qué terror más grande se apodera de los ciudadanos!

Al amanecer del día siguiente hay largas colas en las puertas de los
/cuarteles :
                        todos quieren armarse,
                        y es el propio gobernador civil
                        quien da la orden de armar al pueblo.
                                  
Fusiles, pistolas, ametralladoras, hachas, puñales, el sable de paseo de un general tuerto, el ancla de un marinero, las agujas de los relojes, las cucharas y los tenedores, todo vale en manos de los desafectos al desorden que con la suelta del poema se ha impuesto.

Está, ¡como no!, en peligro la vida del poeta.
Se ha dispuesto una cuantiosa recompensa
para el primero que lo encuentre
y vivo o muerto,
entero o descompuesto,
lo entregue a las Autoridades,

quienes enseguida,
y con enorme sabiduría,
recompondrán la situación
                       incluyéndolo en las antologías.

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