Con harto dolor de mi
corazón, como diría algún mamonazo de esos que se dedican a escribir novelas,
la miro otro ratito más y salgo de estampida. Mientras bajo en el ascensor me
digo que si la tía se ha quedado tan frita es porque seguro que se ha hecho un
pajote. No hay nada para quedarse grogui -ni pastillas ni hostias- como hacerse
una macoca. Te entra una cosa, un... No sabría cómo explicarlo, pero el caso es
que te quedas más relajado que la leche. Yo a la gente que padece de insomnio
siempre le digo que le den al manubrio. Mano de santo. Se lo juro por mi madre.
Días de guardar, pág.
10-11
Carlos Pérez Merinero.
Distinta opinión al
respecto la que nos ofrece Giuseppe Ferrandino:
Aparqué también yo,
eché todos los seguros y usando la cazadora como una manta traté de dormir.
Al cabo de un rato,
como no lo lograba, pensé en hacerme una paja. Me puse a pensar en el hijo de
Kirk Douglas y en la rubia. En el momento de correrme abría la portezuela
porque no quería ensuciar el salpicadero.
Pero tampoco después
me entró el sueño.
Pericle el negro, pág
60
Giuseppe Ferrandino
No hay comentarios:
Publicar un comentario