lunes, 20 de enero de 2020

LA INMACULADA MASTURBACIÓN ( Antología XIII)


Todo sale sobre ruedas. Están sentados juntos en la oscuridad del cine, embargados por el amor que han atesorado tanto tiempo, deseosos de besarse y de tocarse y de estrecharse, pero temerosos de que se dé cuenta la hermana de Lee-Marie, Patricia, sentada al lado con su hermano pequeño. Piensan que se dará cuenta del extravío de las manos y de los hondos suspiros incontrolables y de su fingida concentración en la pantalla que están mirando fijamente sin verla. La mano de Charles, cariñosa y con sumo cuidado, se escurre dentro de su manga para tocar sus pequeños pechos desnudos. Unos dedos tímidos acarician la aureola de sus pezones, que se hinchan, endurecen y palpitan. Su mano resbala hacia abajo y tira de la blusa, que finalmente se libera de la falda. Ella se cubre el regazo y el estómago desnudo con el abrigo cuando le retira la enagua. Él introduce los dedos bajo el borde elástico de sus bragas y empuja suplicante. La piel de ella se tensa, se muerde los labios; con el pie, enfundado en la media, le acaricia la pierna. Separa los muslos. Unos dolores deliciosos recorren y estremecen su cuerpo. Él acaricia con los dedos la pelusa suave y delicada que le crece desde el ombligo hasta el pubis húmedo y caliente donde unos cuantos pelos largos se enlazan y enredan entre sus dedos, y perlas de sudor cálido se con condensan en su mano. ¡Esta niña, esta mujer, esta esposa! Él le sujeta la muñeca, que se desliza en su bragueta desabrochada, y cubre con la chaqueta la mano inocente que lo acaricia. al final, unidos en un único pensamiento, sin apenas un movimiento, ambos llegan al orgasmo y se vuelven para mirarse a los ojos, dejando caer despacio las cabezas cuando les llega la distención gradual. Sus dedos húmedos se desenlazan. Se levantan. Lee-Marie se inclina hacia su hermana.



-Quédate aquí. Ahora vuelvo -le susurra.

Menos que un perro, pág. 54
Charles Mingus

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