lunes, 13 de enero de 2020

LA INMACULADA MASTURBACIÓN (Antología VI)


Finalmente, una noche volvía la joven de casa de una pariente enferma, con uno de sus insolentes hermanos.

Fidel los siguió en silencio muchas calles, embozado hasta los ojos.

¡Y con qué emoción! Amparo, en las tinieblas, le parecía suya... La luz determina las distancias. Las sombras confunden los objetos... La vista entonces tiene algo de tacto. De resultas de esta emoción, Fidel pasó muchas noches entregado al placer de estar a oscuras.

La granadina, págs 59-60
Pedro Antonio de Alarcón

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