
En primer lugar… pero no, la
enumeración sería caótica a fuerza de mostrarnos generosos en el desprendimiento.
Por lo cual, en resumen, yo lo diría: Por
mi parte lo tiraría todo. (De norte a
sur. De este a oeste. Lo tiraría todo, cueste lo que cueste). O me
olvidaría de todo para echar a andar como un hombre machadiano: ligero de
equipaje, casi desnudo, etcétera.
Sin embargo (últimamente me encuentro
muy condicionado, será la edad) las generalizaciones siempre corren el riesgo
de resultar infructuosas. Todo lo sólido se desvanece en el aire (manifiesto
comunista, ¡dita sea!). Aceptémoslo como en el terrible poema (Fuga de la muerte)
de Paul Celán:
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Mas entonces puede ocurrir que sea el
aire lo que se solidifique y esto nos obligue a tener que levantarnos por
encima, todavía más alto, encimados sobre las ruinas de tantos olvidos.
De manera que volvemos a estar como al
principio; de nuevo nos vemos instalados en el interrogante de qué tirar y qué
salvaguardar pese a todo, para que haya al menos quien pueda seguir tirando lo
inservible; permanezca la parte favorable de nosotros mismos que se libre de su
otra parte desfavorable (Madrid – poema)
Ante lo cual no nos queda sino el
remedio parvo de señalar. Y en nuestro país hay mucho (muchos) que señalar. Ya no
basta con declarar pomposamente: ¡El rey
está desnudo! Con eso sólo lo vestimos el cuerpo del rey (ninguno en
especial, aclaro) con una de esas modernas transparencias que, como los
preservativos, previenen la enfermedad, pero no la evitan en su realidad.
Recuerdo (la memoria es cruel en su
persistencia) uno de los aforismos chistosos del Perich: aunque la mona se
vista de seda, mona se queda. Pero pasa al Liceu. Y eso no vale. No vale con
enseñar las miserias y seguir como si la cosa no fuera con nadie. Como si la
cosa no tuviera un nombre y no fuera preciso nombrarla, señalarla abiertamente, con
absoluta y descarada mala educación. De lo contrario, cabe pensar como Theodor
Wiesengrund Adorno: Para quien no se
conforma existe el peligro de que se tenga por mejor que los demás y utilice su
crítica de la sociedad como ideología al servicio de su interés privado.
(Mínima Moralia)
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