Lo
más importante de la lista que acabas de leer es lo que no figura en ella. Kingsley Amis.
Sobrebeber. Ed. Malpaso. Barcelona 2013.
Desde chico me vienen
dando miedo las listas. Figurar en una lista, tanto da si estás en ella por
méritos o por despropósitos, es para mí una de las experiencias más desastrosas
que haya podido padecer. Si vas el primero (de la lista) provocas las envidias
que los demás, obligados a seguirte y a pensar, nada más, en defenestrarte a la
primera ocasión. Si no, que le pregunten a la Cospedal. Si, por el contrario,
te toca ir el último, las envidias se tornan manifiesto desprecio porque se te
pone cara-culo de los muchos que miras por delante. Podría parecernos lo más
equilibrado quedarse en el medio y pasar desapercibido. Pero ¿a quién le puede
gustar algo semejante? Las listas no tienen sino extremos, cabos. Sólo en el
Barcelona Club de Fútbol brillan los medios, aunque si se fijan bien, eso
ocurre así porque siendo los centrocampistas del Barça tan pequeñitos, no
pueden hacer otra cosa que driblar y driblar y pasarse la pelota con urgencia
antes de que se les vengan encima los machotes del equipo rival.
Esto último nos señala
otra de las maldades intrínsecas a las listas: el deber enfrentarse a otras
listas haciendo que no baste ser el primero de la lista si tu lista no es la
primera de las listas. Es como jugar en la NBA –un sueño para cualquier
baloncestista con aires de universitario- pero sin que jamás te selección para
jugar el partido de las estrellas.
Se podría hacer una lista
(me aseguran que George Perec ya pergeño una, o sea que tampoco en esto
seríamos ninguno los primeros) con los peligros consustanciales al alistarse. Como
los peligros suelen tener efectos semejantes (o te libras o no te libras),
acaso los elementos de esta lista fuesen los únicos capaces de resistir la
comparación y así no verse obligados a establecer categorías entre ellos. En
última ratio, daría lo mismo. Da igual morir de cáncer de pulmón por fumar que
de gripe A por no haberse vacunado a su hora. No obstante, para mí que lo peor
de figurar en una lista son los entrenamientos. El hecho de no ser suficiente
con salir al campo y jugarte la vida como el pobrecito Iniesta frente a los
holandeses (¿quién te asegura que luego no te parte la cara Van Bommel o Van de
Vaart por abusón?) El hecho de pasarte la vida privándote de todo cuanto hace
la vida llevadera: beber, fumar, no votar, y en permanente esfuerzo contra ti
mismo, a fin de que un día, un solo día en la vida, a lo mejor te nombren MVP
(Most Valuable Player), que si no se españoliza es porque en nuestro idioma,
tan dado a las exageraciones, ese concepto lo expresa mejor que ningún otro
barbarismo, el MRC; esto es el Más Rico del Cementerio.
Así las cosas, tiene
razón el borrachín de mister Amis: de una lista lo más importante es lo que no
figura en ella. O que metas un gol en la final del Campeonato sin que te pillen
que estás fuera de juego.
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