Con harto dolor de mi corazón, como diría algún
mamonazo de esos que se dedican a escribir novelas, la miro otro ratito más y
salgo de estampida. Mientras bajo en el ascensor me digo que si la tía se ha
quedado tan frita es porque seguro que se ha hecho un pajote. No hay nada para
quedarse grogui -ni pastillas ni hostias- como hacerse una macoca. Te entra una
cosa, un... No sabría cómo explicarlo, pero el caso es que te quedas más
relajado que la leche. Yo a la gente que padece de insomnio siempre le digo que
le den al manubrio. Mano de santo. Se lo juro por mi madre. (Carlos Pérez Merinero. Días
de guardar)
Aparqué también yo, eché todos los seguros y usando
la cazadora como una manta traté de dormir.
Al cabo de un rato, como no lo lograba, pensé en
hacerme una paja. Me puse a pensar en el hijo de Kirk Douglas y en la rubia. En
el momento de correrme abría la portezuela porque no quería ensuciar el
salpicadero.
Pero tampoco después me entró el sueño. (Giuseppe
Ferrandino. Pericle el negro)
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