jueves, 8 de marzo de 2012

Etimologías poco probables

Matrimonio. 1. Se afirma del oxímoron lo que en virtud pertenece exclusivamente al matrimonio; o sea, que arrima dos conceptos opuestos en una misma expresión; en la misma cama, sobre las mismas sábanas, aun cuando a veces en horas distintas a fuer de conciliar el sueño por un rato.

Mas por nada del mundo quisiera yo dar a entender señalando esta singular semejanza, que el matrimonio se deba deshacer en aplicación de la misma lógica que señala el oxímoron como mera figura retórica y, en consecuencia, en nada compromete a quien la usa si, como también se suele decir apañando, en el pecado ya va la penitencia. Porque en el matrimonio, bien lo sabe quien en ello anda y lo practica, hay más cosas en juego que lo expresado por el mismo, aunque no se conozca bien qué sea ello hasta la aparición de ‘los niños’, que aclaran el asunto en su papel de ese tercer concepto predicado en las enciclopedias predican a fin de que el oxímoron no sea el estulto absurdo que en principio se muestra ante la razón sorprendida… en falta, siendo éste el caso del matrimonio. La matrimoniada le confiesa al matrimoniado: Cariño he tenido una falta, pero el matrimoniado no sabe qué contestarle en ese difícil trance. De modo que los dos lo van dejando pasar un mes y otro mes, hasta nueve, cuando el absurdo toma cuerpo y se vuelve una cuestión irremediable. Personalmente, diré en mi descargo, estoy tan a favor del matrimonio y del empleo indiscriminado del oxímoron. Vaya lo uno por lo otro. Volvería a matrimoniar cuantas veces fuera preciso. Pero claro, la literalidad del matrimonio, al igual que la de cualquier figura retórica que se precie, me lo impide. Una vez se fue uno por su propio pie a vivir en el interior de una metáfora, pongamos por caso, ya me dirán cómo salir de ella si no es a lo bestia, peleando con ‘lo otro’ hasta por la cara a o la cara b del mismo long play, donde supuestamente sigue estando la canción de ‘nuestra vida en pareja’.

Barrabasada 1. Travesura importante, por lo normal, de un hijo hacia su padre.

2. De Barrabás (sic), según Marcos y Lucas: declarado molinero; según Juan: bandolero; según Mateo: amadamado cautivo. Pero según Hyam Maccoby -reconocido estudioso de la mística cristiana- el mismísimo Cristo: Bar Abba: el hijo del padre, como si esto no fuera de lo más normal.

Vista la polémica etimológica, y ante la imposibilidad de acudir a la Autoridad contrastada del Registro Civil, donde se guardan e ilustran las identidades verdaderas, da igual si Barrabasada viene o no viene de ese tal Barrabás. Lo importante es que lo sucedido en la lejana Galilea en tiempos de Poncio Pilatos, cuando se hubo de elegir a quién se crucificaba, si a Cristo o a Barrabás, conforme a la teoría del mencionado Hyam Maccoby (el uno era el otro y los dos eran ninguno, Federico el de la Lorca), se cometió la primerísima y auténtica Barrabasada en la Historia de la Humanidad narrada en libro santo -pues paganas ya las había de mucho antes-, más que nada porque dura hasta el presente bajo el nombre eufemístico de Iglesia Católica.

Corrida 1. Lidia [Aquella que procede de Lidia, Asia Central. Santa Lidia, oriunda de Tia-tira, hoy Tepe Mezarligi, Asia Menor, era considerada una mujer hospitalaria para con los cristianos que tocaban a su puerta] de toros por la tarde, nada más levantarse de la siesta.

2. [vulgar] Orgasmo/a.

La relación entre dos acepciones tan disparejas probablemente tenga su origen en la lejana (aunque dependerá de donde se esté en el momento de fijar las distancias) isla de Creta, en aquella ocasión (la pintan calva como para no aprovecharla) en que Pasifae, esposa del rey Minos, amo y señor del territorio, tuvo eso que llaman ‘feliz ocurrencia’ y se lo montó con un toro, el cual andaba a la suyo, libremente pastando y sin fijarse para nada en los continuos requiebros con que Pasifae lo citaba desde los medios. Pero Pasifae, astuta, zorra –si no estuviese tan mal vista la palabra-, taimada y sutil, se camufló en el interior de una falsa vaca que le diseñara el ingeniero y escultor ateniense Dédalo, y ya el buen toro, corto de vista como está bien reconocido por los amantes de la Fiesta Nacional (España), no pudiéndose contener por más tiempo, entró al trapo, engañado pero cumplidor en lo que para él al menos (inocencia de lo primitivo) no pasaba de ser un acto contra natura.

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