martes, 25 de marzo de 2014

LA IDENTIFICACIÓN



Cuando me fui, Padre no se conformó con pedirme las llaves de la casa que hasta entonces había sido mi casa, cambió la cerradura.

Tardé meses en volver. Me costaba llamar al timbre. Esperar, como un náufrago, a que me recogieran. Mas no sin antes identificarme.

Soy yo, le informaba a un agujero abierto en la pared.

Todo el mundo es yo, me respondía la voz de Padre sin rostro al que apelar.

Detrás de cada puerta cerrada, siempre hay un dios inmisericorde.

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