Al
llegar a la letra N, los diccionarios de español deberían considerar una
alteración en su sistema habitual, pero más acorde –¡qué duda cabe- con el
orden natural de las cosas.
Así,
Nacer debería ser la primera entrada, y no, como ya es, que sólo aparece
tras N, Na, Naba, Nabab, Nabal o Nabar, pues tanto da,
Nabateo, Nabería, Nabí, Nabicol, Nabina, Nabla, Nabo, Nácar, Nácara, Nacarado,
Nacarigüe, Nacarino, Nacascolo, Nactamal, Nacatete, Nacela y Nacencia,
así fuera –pese a de los dictámenes de la ciencia de la biología que nos
somete- los autores de diccionarios -como los curas- pensaran que hay vida
antes de la vida, que está al nacer.
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