Siempre
tengo una alegría –dijo- cuando no entiendo nada
(E. Vila Matas) Siendo yo una persona a la que le gusta vivir en la alegría
permanente, nada más escapar de mi vieja militancia trotskista, me juré que en
la vida nunca jamás intentaría ni acercarme siquiera al entendimiento.
Sobra comentarles (además: no sabría) que
desde aquel remoto día -con sólo haberme volcado hacía no entender nada: ni la
sal ni el azúcar- soy el hombre más alegre de la tierra. Me parto de risa por
cualquier cosa. Pero lo que más risa me causa –ahí donde al fin triunfa
eufórica mi alegría desbordada- es cuando veo a los demás -familiares, amigos,
pero también a la gente anónima a mi alrededor- reírse de mis gracias. Como si
no entendiera: a mí, que tan tonto soy. El tonto más tonto del mundo, conforme
me encumbra el Libro Guinness de los Records.
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