sábado, 10 de agosto de 2013

ALGUNAS PROPIEDADES DE LA LETRA A




Primero: Aparece. Luego: Parece.

Aparece lo que más tarde sólo Parece. Como si Aquello se conservara pegado –hilo sin cabos; filamento sembrado para que alumbre-  con su Ser verdadero, que está en lo que Parece y no es lo que Parece. Mas, con todo –la Palabra se Carnifica-, Parece posible soñar lo que Aparece. Contar con lo que Aparece, es cuanto nos Parece y se nos Queda.

Aquello (en mis casos digo bien si digo Aquella) es lo más Parecido a lo Aparecido. La A –prometedor comienzo- se siembra, se oculta, desAparece en el interior oscuro de la tierra removida, pisada, regada, soleada mientras se la observa en la imposible mirada de la espera.

La A –semilla parva; grana inquieta- que más tarde, en la suma de los días inconstantes, reAparece, busca el Aire para que lo invisible tenga Nombre, Apariencia nombrada (porque la Rosa es la Rosa es la Rosa pese a lo que habla de ella) de la que la Cosa Hombre-Mujer se alimenta y al fin sale fiel A sí misma en los Retratos.

Déjame, pues, Amor, de Herencia tu Apariencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario