Como en un
milagro, la joven durmiente a la sombra de un árbol frutal se fue encogiendo
conforme menguaba la sombra del árbol sobre su cuerpo. Pronto desaparecieron la
sombra y la joven. A lo largo del día. En la única presencia del árbol y el viento
que a nadie aprovechaban.
(Las cosas ya
anduvieron mal el primer día. No el primer día de empezar a ir mal las cosas.
El primer día, eso es todo)
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