-Tantas historias con un final
idéntico hacen ineludible la existencia de un Borges infinito.
Acabó afirmando el Conferenciante
antes de dejarse acribillar por las preguntas de un público que sólo había
acudido esperando este momento.
Él las escuchó y las respondió una
por una, como si en verdad las considerara, pero únicamente se detuvo inquieto
cuando una joven de cualidades inmejorables le inquirió:
-¿Es preciso conocer los detalles
de todas las historias?
Tardó unos segundos en recobrar el
aliento. Miró subir el humo de su cigarrillo (un cigarrillo supuesto) Agitó las
manos como queriendo disipar el humo. Carraspeó. Se ajustó la gafa. Atendió la incorrecta
posición de su corbata. Por debajo de la mesa descruzó las piernas. Vio que
llevaba ese día dos calcetines distintos. Y entonces, sólo entonces, supo qué
responderle a aquella muchacha de ojos dispares. Quien, como enseguida
advirtió, ya se había desinteresado.
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