lunes, 14 de octubre de 2013

ESCATOLÓGICA DERIVA



Hay gente –gente y pueblo- acostumbrada a acudir al baño –ya saben a qué me refiero- todos los días y aproximadamente a la misma hora. Por lo normal de mañana. Temprano. Recién levantada de la cama. Luego de tomar un café con leche –a cuyos efectivos beneficiosos atribuyen el repente del hecho: el café con leche suelta el vientre-. Con la noche pegada al cuerpo todavía. Con la amenaza de la jornada en ciernes. De modo que, para esta gente –gente y pueblo- ir al baño constituye un momento decisivo y decisorio. Sentada a la manera de ‘el pensador’ de Rodín –sin duda pensar es esforzado- tardan poco en recuperar la conciencia y aceptar la vigilia, que, acto seguido, la ducha reactiva en plenitud. Entonces, sólo entonces, están listos para el trabajo. Adaptados, por no decir: Cagados.

Gente -gente y pueblo- también la hay que prefiere dejar ese librar el cuerpo para la vuelta. Con la misma asiduidad. Llegan a casa y cumplen primero con el baño que con nadie. Abren, tiran la gabardina, la cartera, la tartera, al tuntún y corren al excusado con la misma prisa de una ambulancia en carrera. Los de la casa nada le preguntan ni le advierten porque ya lo saben: ha tenido un mal día. Las que habrá tenido que tener, el pobre, la pobre. Mejor si se recompone.

Y así nos va el mundo entre los que cagan de día y quienes cagan de noche. Sea como sea, la mierda se queda en casa mientras la calle está en calma. Hoy, cuando todo se recicla menos la caca, quizá convendría comenzar a ‘pensar’ en cualquier lugar y a cualquier hora. Incluso sin ganas. La ocasión la pintan calva al igual que a las tazas de los retretes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario