Ya
vuelve a correr el agua.
Mi
mujer se ha dejado los grifos abiertos.
Ella,
en cambio dice que fui yo y me regaña.
Me
castiga a dormir en el suelo
mientras
ella se acuesta con el perro.
Ya
vuelve el viento a pasearse por la casa.
Mi
mujer se olvidó de echar los postigos,
pero
es a mí a quien se lo echa en cara.
En
venganza me retira el café y las tostadas
mientras
ella se sienta a desayunar con el perro.
Si
yo fuese tan malo como ella me imagina:
descuidado,
torpón y revanchista,
cogería
mi pistola del cajón y los mataría a ambos.
Pero
yo sólo sueño cuando duermo.
Sueño,
entonces, que abro los grifos,
que
la casa se inunda y ellos dos,
mi
mujer y el perro, perecen al remojo.
Sueño
que abro las ventanas de par en par,
entra
el aire frío de la mañana, se refrían,
tocen,
y así sea que el polvillo negro de las tostadas
se
les atraganta y los remata.
la virgen de las angustias, la que vive en la Carrera |
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