Si
hay un mono gramático, en alguna parte ha de haber –habrá- un mono libertario.
Porque sí. Porque es necesario. Porque el mono gramático precisa de aquel que
le desordene las palabras para una vez tras otra resucitar el viejo orden. Sin
la amenaza constante del caos no se vislumbra el orden. Por ello si la
gramática consiente los intersticios de lo que llaman arte y llaman poesía.
Seísmos que sólo un buen empleo de la gramática detecta.
Pero
¿qué hace entretanto el mono libertario? ¿Ay! el mono libertario vive sin bajar
del árbol.
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