Los fantasmas
se dividen en dos grandes categorías: Los que se dejan ver y los que insisten
en permanecer inéditos. Esta división, no obstante, no es la propia del
universo fantasmático, sino que se corresponde, con alarmante exactitud, a la
dada en los seres materiales entre quienes están seguros de haber visto un
fantasma, una vez al menos, y los que niegan su existencia como un absoluto irrebatible.
¿De que lado
cuenta la razón? –se preguntan vanamente los agnósticos de uno y otro lado.
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