viernes, 12 de diciembre de 2014

COMO LA SOMBRA QUE SE VA



 
Una novela más de Antonio Muñoz Molina. Ya saben. Se lo pueden imaginar si no lo saben. Pulcra sintaxis, sensatez, sentido común, verismo significamentoso, confesiones que no incluyen propósito de enmienda porque el presente terminó siendo como tenía que ser, ad maiorem dei gloriam.

La lectura de Como la sombra que se va provoca esa agobiante sensación de haber estado haciendo algo innecesario. No por ti, sino por el propio Muñoz Molina. Para que interese la reconstrucción del pasado, para que la nostalgia sea eficaz, es preciso (pongamos conveniente) creerse pasear por un presente insatisfactorio. O bien saber fingirlo así. Y este no es el caso si se nota (esto sí, con excesiva brillantez) que el autor escribe desde la felicidad de lo que tiene: una ella pelirroja y adorable.

En fin, una novela que se deja leer con solvencia, pero a la que no quiere por más empeño que le pongas.

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