De niño me sentía incapaz de completar los álbumes de
cromos que a menudo me compraba Padre. Así que un día, estando muy malhumorado
porque mis hermanas sí, tomé la más dura de las decisiones que se me habían
presentado hasta el momento: coleccionar los cromos que siempre me faltarían.
Tú eres tonto –me dijo Margarita nada más enterarse.-
Nadie va a querer cambiar cromos contigo.
Como siempre, Margarita llevaba la razón esta vez. De ahí su
nombre de planta.
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