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André Breton |
domingo, 30 de junio de 2013
LIBROS RAROS. RAROS LIBROS

Sin duda, que un libro se vaya, que abandone por propia
voluntad la comodidad de su habitáculo, es todo un acontecimiento y, como me
remarcaba mi amigo (y más sabe el amigo por viejo que por amigo), eso ya convierte
al ejemplar tránsfuga en un libro raro. Inencontrable aun cuando su búsqueda no
se va a detener sino por la casualidad (o el ensueño mayormente) de volver dar
con él, bien sea en otro anaquel inadecuado, en una librería de lance, en el
fondo de un contenedor callejero o como suele ser muy difícil, casi una
quimera, en la segura biblioteca de otro amigo, convulsivo ladrón de libros. Y
si digo que esto último carece de posibilidad real, supone una auténtica misión
de escudriñador profesional, es porque, la verdad, y como ustedes mismos lo
habrán podido comprobar en alguna ocasión, no sé qué mañas tienen esos amigos
–interesados y falsos pero de trato amable- para mantener fuera de tu vista (siendo
como es la de un halcón tratándose de libros) aquellos ejemplares que un día te
birlaron, incluso cuando los visitas de forma imprevista, sin tiempo siquiera para
ocultarlos debidamente.
Lo
mejor, entonces, es olvidarte de ellos de una vez para siempre, sin remedio. Y
dedicar todo tu tiempo y tu constancia a los otros libros raros que hay en el
mundo (reducido de tu biblioteca). Me refiere a esos que –por raros, insisto- no
has leído todavía y, en realidad, es su propia rareza la que mantienen
escondida a fin de que ni tú mismo sufras la tentación de apoderarte de uno de
ellos, cualquiera, sacándolo de la paz de la que merecidamente goza. Maurice Blanchot
los singulariza llamándolos a todos por igual El libro que vendrá. Sin embargo,
es sir Ernst Hans Josef Gombrich (Ideales e ídolos) quien, de manera algo
elíptica, acercándose al meollo de la cuestión cuanto más nos parezca que se
aleja, nos pone tras su pista: Todos estamos
familiarizados con quienes visitan nuestras bibliotecas y nos preguntan, estupefactos,
si hemos leído todos esos libros, y nos vemos obligados a confesar que compramos
algunos de ellos, no para leerlos, sino para utilizarlos, y los demás con la
sincera esperanza de que llegaría el momento en que pudiéramos leerlos por fin.
Lo
curioso del caso es que ese momento no parece querer presentarse nunca, y así sigue,
mientras tanto, su rareza alimentando nuestro deseo.
Por
mucho tiempo.
sábado, 29 de junio de 2013
viernes, 28 de junio de 2013
EL CUENTO SEMANAL –VII
LOS ÚLTIMOS DÍAS DE FEDERICO EN GRANADA
No
me dan ninguna pena las lagartijas. A las lagartijas, cuando les cortan el
rabo, les vuelve a crecer un rabo nuevo.

Por la plaza Bibarrambla, entre los
puestos de flores y las farolas que dan calambre, corría Federico canturreando:
Las salamanquesas son pavesas.
Las lagartijas, gente muy pija.
jueves, 27 de junio de 2013
EX NIHILO NIHIL FIT
Ya que empezar
exagerando: toda promesa es contrarrevolucionaria. En consecuencia, todo
programa político, en tanto Anunciación, acaba por resultar o bien un milagro o
bien un fraude. Para lo uno hay que creer. Para lo otro, basta con sentarse a
esperar.
Segunda exageración, desde la base sólida de que la literatura
será siempre la exageración de una sospecha o no será. Incluido, en lo
primero, ese programa de mínimos expresado por tantos y tantos más adalides del
buen obrar: La Anarquía es la más alta
expresión del Orden. Menuda gazmoñería. Si el Orden es [imaginable] lo es a
la fuerza o como representación [imagen de que uno se hace] perversa de la
conformidad con una existencia de la cual ha sido excluida hasta la más tosca y
elemental imaginación. En lo uno y en lo otro se está como espectador.
Lo que, sin embargo, no
resulta exagerado es el pensar que las
consecuencias concurren pese a todo. Incluso cuando se actúa ‘sin miras a’,
sobrepasando las ruinas hay el Alumbramiento de un mundo nuevo que, hasta el
presente, se venía reservando, inmaculado, en los corazones de sus gestores. Al
principio, la novedad apabulla, mientras el mundo permanece en su inmanencia. Luego,
una vez ‘la apariencia’ se hace firme, cuando lo borroso cobra nitidez, como en
el objetivo de una cámara fotográfica, se repentiza la cuestión en forma de
pregunta retórica, mejor signada con admiraciones que con interrogaciones: ¡Qué hay de nuevo, Viejo! Jamás las
ruinas alcanzan a ser suficientes. Nunca llegan las ruinas a incluir al ‘Arruinador’.
Alguien debe sobrevivir y
educar a la naciente criatura. Aun cuando, como cantaba Camarón, Confianza en el hombre no hay quien la
tenga. No hay quien la tenga, prima, no hay quien la tenga.
miércoles, 26 de junio de 2013
WERT RENUNCIA AL 6,5
--Mamá, en la puerta hay
un ángel con traje civil.
--Y cómo sabes que es un
ángel –le requiere la mamá al hijo incauto.
--Me lo ha dicho él.
--Y tú te lo has creído.
--Claro, mamá, los
ángeles no mienten.
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