miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿EN FAVOR DE LA FICCIÓN?



El “Estado de las cosas” es lo que vemos, pero no es la cosa misma. Jamás lo fue, ahí estuvieron siempre las religiones y las ideologías para impedirlo. Incluso la fórmula “El estado de las cosas” en sí, lo niega; rechaza que las cosas puedan observarse en su mismidad, pues el Tiempo no deja de actuar sobre ellas. A veces con la noble intención de conservarlas, pero para entonces ya son ruinas y eso nos altera su percepción. La “añoranza del futuro” acaso no sea sino el vano deseo, la fútil aspiración de devolver las cosas a su estado originario. Sacudirles el polvo, repararlas, intervenir en ellas, sobre ellas de manera de alterar su estar, sí, mas salvaguardando su ser. De este modo es como el presente se nos ofrece en tanto el momento de la intervención en los poderes de Cronos al objeto de devolvérnoslo favorable y así encontrarnos con las cosas tales como sólo cabe imaginarlas.

Algo que tiene exclusivo lugar en la ficción, hasta ocuparla por entero. De concederle una mínima credibilidad a la historia de Blancanieves, hemos de convenir que ésta acaba cuando la maligna bruja se despeña y muere acosada por los desolados enanitos y los animalillos del bosque. El hecho posterior del reencuentro con el Príncipe que al besarla la despierta, ocurre nada más –y debe añadirse nada menos– en el sueño eterno de la Bella.

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