Nada más
absurdo y poco satisfactorio que el día después de la revolución. sobrevivirla
me parece un auténtico disparate. Nunca supo Moisés la suerte que tuvo porque
dios no le permitiera entrar en la Tierra Prometida. Bien mirado, “sin perjuicios
de clase” que nos anime, él, Moisés el de las Tablas, el excluido por precipitado,
quizá fuese el único que se libró de dios y su desafortunada gestión de la
vida, pues los que sí llegaron a traspasar el umbral de la promesa, ya sólo
tuvieron el tiempo para agradecerle a dios el alquiler… y vivieron para siempre
en la alabanza del señor.
Por lo
mismo, cuantos logran sobrepasar los días de la revolución, aquellos que salen
victoriosos de la revuelta, le han de seguir guardando fidelidad a la misma,
manteniéndose en vida por si un día la revolución se la pide a cambio de nada.
‘Nadie es imprescindible’ en el mundo nuevo, pasa a ser el lema revolucionario
par excellence. Buenaventura Durruti Domínguez tampoco lo supo [ni Durruti ni
Ascaso, únicamente García Oliver]Durruti no tuvo ocasión de conocer el bien que
hacía a la revolución con su muerte, ocurrida, además, en extrañas
circunstancias. Él, que venía de decir: Llevamos
un mundo nuevo en los corazones, al morir sin querer, obligado por la
“lógica del género”, que diría Raymond Chandler, sentó como era que ese ‘mundo
nuevo’ prometido por la anarquía, es nada más un anhelo del corazón. Y para mejor
anhelar, debemos antes reconocer que fracasar en el intento es lo mejor, lo
único que se la merece: la revolución, me refiero. Aunque de esto nadie sino Arthur
Rimbaud llegara a convencerse, y malditas las ganas.
Nota bene.
En el ahora mismo hay un querer hacerse con la revolución (?) por parte de
Pablo Iglesias e Íñigo Errejón. Si la rima mantuviese aún algo de su antiguo valor,
de ser condicionante de la poesía que iba a “cambiar la vida”, posiblemente la
tarta de cumpleaños la soplaría este último. Pero puede que no. Cosas peores, y
mejores, ¿quién puede saber?, pueblan la historia. Quizá la pelea la gane Iglesias
–con la iglesia hemos topado para fiarnos- y sea Íñigo -¿se conformará el
jesuita?- quien lleve las de perder. Pero el asunto no debería preocupar ni al
uno ni al otro, tan amigos. En realidad, no dejamos de ver que en esto de la
revolución gana quien pierde, aquel que sigue manteniendo el anhelo, la
esperanza , el suspiro. Siempre y cuando la cuestión no venga resuelta de
antemano y el que gana siempre sea Monedero que perdió el primero.
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