El poeta Paul Eluard y don Psicoanálisis Ramplón, a
día de hoy, un viernes de finales de agosto del año dos mil quince, todavía lo
sostienen y proclaman a los cuatro vientos con una rabia extremosa, aun cuando
hace tiempo que esa rabia, ira de fiera, enfado tremendo de niño chico y mimado,
se ha vuelto contra ellos: Hay otros
mundos pero están en éste. Le supongo a ambos la mejor de las buenas
voluntades, y por ello que su traición sea más mezquina, torcida y retorcida
que la de aquel que, ya desde antes de unirse al grupo, tenía tomada la firme decisión,
el convencimiento sereno de hundirlo desde dentro.
Gregorio Samsa se levanta una buena mañana
transformado en un escarabajo de enorme barriga. El doctor Jekill prueba un
mejunje que él mismo ha preparado y pasa ser el temible mister Hyde. Rimbaud,
Arturo Rimbaud, de buenas a primeras deja de escribir ardorosos poemas contra
el mundo donde vive y pone todo su arte en redactar las cartas de un pedigüeño
en Abisinia ¡nunca será Guadalajara! Sigmund Freud sale del hedor (sexo y muerte)
de la morgue parisina y en el aire fresco de la tarde, no faltan unas gotas de
lluvia, mientras busca un café donde guarecerse, aprovecha un instante de
fingida lucidez para pasarle al hijo el peso de la culpa. Un mes de octubre de
mil novecientos diecisiete, los rusos se levantan de la cama sumidos en su
destino revolucionario, ya previsto en la agenda de un tal Lenin. El Aullido de
Allen Ginsberg convive con el silencio de John Cage. Todo es música celestial. Hay otros mundos pero están en éste.
¿Cómo no nos habíamos dado cuenta? ¿Cómo hemos podido
echar tanto (tiempo y dineros) en identificar al realquilado que nos habita? Por
lo natural permanece en su habitación procurando no molestarnos para que así tampoco
le molestemos nosotros a él. Pero de cuando en cuando parece sublevarse (quizá
porque no atendemos las obras que el edificio compartido reclama) y se presenta
en-tu-lugar-el-suyo. Buenaventura Durruti Domínguez lo vio venir: Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones;
y ese mundo está creciendo en este instante. También Michel Maffesoli: ...una
nueva lucidez surge cada vez que un mundo se termina. Entre medias, una
guerra que a punto anduvo de acabar con los cuatro, Durruti, Maffesoli, el
mundo viejo y el mundo nuevo. Pero no. Quiso dios que los mundos –al menos los
mundos que él mismo había creado- aprendieran a vivir en paralelo. El caballo blanco y negro /del día y de la
noche sobre el que se montó Camarón, una noche de invierno en la que un viajero
llamó a su puerta. ¡Quién lo diría!, dicen que comentó: Hay otros mundos pero están en este.
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