Si hay una
expresión cabal, ajustada a la razón, es: las manos van al pan. Todo lo demás o
es metafísica o es lirismo, si estas dos cosas no son desde siempre la misma
cosa.
Guardarse las
manos en los bolsillos no es señal de indolencia, sino de una exagerada
prudencia que no conduce a ninguna parte.
Las caricias
de las manos desmigan el cuerpo pétreo del pan. No hay piedra que resista la
insistencia de las cosquillas.
Hecho a mano. Tentado.
Los hombres
que se perdonan, se dan la mano. Entonces, uno ofrece el pan. El otro, sirve el
vino.
Estoy en sus
manos. ¡Qué dicha!
Sin embargo, a los escritores no les gusta que las gitanas magas les lean las manos. Ellos usan las manos para escribir, y temen como a nada en este mundo, que alguien pueda conocer sus secretos antes incluso de llegar a existir
No hay comentarios:
Publicar un comentario