lunes, 1 de abril de 2013

Chistes de antaño




Érase un vez una vez un sociata y un pepero que no se ponían de acuerdo.

¿Qué prefieres: susto o dimisión? –interroga cáustico uno al otro.

Susto –le responde el aludido.

Se va el primer hablante a un rincón en su ángulo oscuro, se cubre de la cabeza a los pies con una sábana blanca de organdí, y volviendo sigilosamente hacia su falso compañero, una vez casi lo encima, levanta los brazos al cielo mientras ulula.

Uuuuhhhh –pronuncia con voz de ultratumba.

El desprevenido se lleva las manos a su corazón acelerado y le replica.

Vaya susto que me has dada. Casi ni lo cuento.

Pues, tonto –le responde el fantasma ahora desenmascarado-, haber elegido dimisión.

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