Dos mil años
prometiendo lo difícil que lo tendrán los ricos para entrar en el reino de los
cielos, no parece haber servido para nada.
Tampoco han
servido para mucho más las amenazas del mal llamado Socialismo Real o el
caritativo reparto de excedentes de la Social Democracia.
Sólo las
envidias de los ricos entre sí actúan en la merma del número de ricos, en
constante decrecimiento. Y a lo mejor, algún día, siendo ya tan ricos los pocos
ricos que queden, desaparecen de la Tierra, como los Dinosaurios.
No obstante,
no estaría de más ayudarles a desaparecer en la medida de nuestras
posibilidades. Digo yo.
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