Después
del fin del mundo ¡Qué silencio!
Pero
había fruta igualmente.
Pan
y queso. Leche gratis.
Manchas
de vino -secas ya como las pasas- en las solapas de los trajes de invierno de
los más
/jóvenes.
Gente
de edad caduca dormitando en los asientos de la sala de espera de un hospital
de
/pobres.
Mujeres
de ademanes generosos de guardia en los corredores de las estaciones.
Nadadores
inmóviles en el agua agitada de las piscinas.
Un
cielo azul y pájaros que volaban en su descuido.
Los
ascensores atascados entre dos pisos de un edificio de oficinas.
Serpentinas
descolgándose de las lámparas apagadas.
Papeles
con promesas debidamente dibujadas.
Envoltorios
de regalo deshechos con la mecánica de unos dedos habituados.
En
fin, más o menos, amor mío, como queda la casa después de celebrar tu cumpleaños.
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