domingo, 30 de junio de 2013

LIBROS RAROS. RAROS LIBROS




Un viejo amigo –viejo a su edad y viejo en nuestra amistad- me decía una vez: un libro raro es ese que jamás lo encuentras entre los que son los tuyos. Sabes, por supuesto, que lo tienes –me seguía contando, pero aún así, sigues sin encontrarlo por más de lo buscas entre los de tu biblioteca, pues en su lugar ahora hay sólo un hueco disimulado por las telarañas.

Sin duda, que un libro se vaya, que abandone por propia voluntad la comodidad de su habitáculo, es todo un acontecimiento y, como me remarcaba mi amigo (y más sabe el amigo por viejo que por amigo), eso ya convierte al ejemplar tránsfuga en un libro raro. Inencontrable aun cuando su búsqueda no se va a detener sino por la casualidad (o el ensueño mayormente) de volver dar con él, bien sea en otro anaquel inadecuado, en una librería de lance, en el fondo de un contenedor callejero o como suele ser muy difícil, casi una quimera, en la segura biblioteca de otro amigo, convulsivo ladrón de libros. Y si digo que esto último carece de posibilidad real, supone una auténtica misión de escudriñador profesional, es porque, la verdad, y como ustedes mismos lo habrán podido comprobar en alguna ocasión, no sé qué mañas tienen esos amigos –interesados y falsos pero de trato amable- para mantener fuera de tu vista (siendo como es la de un halcón tratándose de libros) aquellos ejemplares que un día te birlaron, incluso cuando los visitas de forma imprevista, sin tiempo siquiera para ocultarlos debidamente.

Lo mejor, entonces, es olvidarte de ellos de una vez para siempre, sin remedio. Y dedicar todo tu tiempo y tu constancia a los otros libros raros que hay en el mundo (reducido de tu biblioteca). Me refiere a esos que –por raros, insisto- no has leído todavía y, en realidad, es su propia rareza la que mantienen escondida a fin de que ni tú mismo sufras la tentación de apoderarte de uno de ellos, cualquiera, sacándolo de la paz de la que merecidamente goza. Maurice Blanchot los singulariza llamándolos a todos por igual El libro que vendrá. Sin embargo, es sir Ernst Hans Josef Gombrich (Ideales e ídolos) quien, de manera algo elíptica, acercándose al meollo de la cuestión cuanto más nos parezca que se aleja, nos pone tras su pista: Todos estamos familiarizados con quienes visitan nuestras bibliotecas y nos preguntan, estupefactos, si hemos leído todos esos libros, y nos vemos obligados a confesar que compramos algunos de ellos, no para leerlos, sino para utilizarlos, y los demás con la sincera esperanza de que llegaría el momento en que pudiéramos leerlos por fin.


Lo curioso del caso es que ese momento no parece querer presentarse nunca, y así sigue, mientras tanto, su rareza alimentando nuestro deseo. Por mucho tiempo.

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