martes, 20 de diciembre de 2011

Excursus grotesco


Olía tan mal, que al despedirse todavía se quedaba. Pasa lo mismo con los peores libros: resulta imposible olvidarlos.

En cambio, los libros de mayor agrado se olvidan pronto para enseguida añorar su vuelta.

Leer y comer, me parece a mí, tienen un mismo origen. Incluso después, cuando al comedor satisfecho le da por irse a defecar al cuarto oscuro y el lector se pone él también a escribir de lo suyo.

Conócete a ti mismo, vale, está muy bien, pero después, baila y canta y no me cuentes cuentos, Cachupino (Pablo Picasso)

G. ha acabado por adquirir ‘el libro’ de Schopenhauer, circunstancia que empeorará aún más cuando por fin se decida a leerlo.

Me he vuelto a poner sentencioso. Cuando no se me ocurre nada, echo mano de lo que he leído en alguna parte.

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