El culo de las mujeres
nunca debió estar ahí donde está. Les basta con darnos la espalda, y ya
empezamos a echarlas de menos. Hasta ahora veníamos creyendo que ese echarlas de
menos era por cuanto nos arrebataban de la vista. Pero no. Si se las añora, es,
precisamente, por eso nuevo suyo, el culo, que te ponen ante los ojos.
Eso dice bastante de su
mala leche. Se alejan y a cambio te ofrecen el más prometedor de los recuerdos.
Al contemplar el culo de
una mujer, siempre te haces la misma estúpida pregunta que frente a un
planisferio celeste:
Y nosotros, ¿dónde estamos?
Aquí, ¡idiota1!, mirando el culo de las tías que se
alejan.
Simplemente se alejan
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