La Comisión de Interior que investigaba
la actuación de la policía en la manifestación Rodea el Congreso del pasado 25
de septiembre, ha concluido que los ‘agentes’ (ángeles del infierno) actuaron
en todo momento de manera adecuada y en ningún caso se extralimitaron.
La razón de
no ser razonable, es una sinrazón, me explicaba una vez un viejo amigo,
rojo él (lo comento como advertencia de su escasa fiabilidad, ahora que
extrapolo su comentario, que lo hacía sobre una banal discusión literaria),
pero sensato hasta el extremo de, pese a los tiempo y sus modas, militar en el
P.C. de Santiago y eurocomuniza España. La razón de no ser razonable, en
efecto, resulta una sinrazón, aun cuando mole más dejarse arrebolar por los
instintos primarios del arroja la bomba,
escupe metralla, y la Comisión de Interior susodicha no ha querido
mostrarse irrazonable en el asunto de marras. O todo lo contrario, pues como ya
le advirtiera en su momento a mi amigo el rojo, la fuerza de la tautología sólo
fuerza a los tautólogos. O sea, que a ustedes a mí mismo nos la trae al pairo.
La cuestión es que la Comisión de
Interior encargada… ha recurrido a las potencialidades arcanas del
lenguaje y no a la veracidad
indiscutible de los hechos a la hora de dictaminar sobre la responsabilidad de
sus agentes. Primera tautología: los agentes juzgados por sus compañeros,
incluso.
Actuaron de manera adecuada de según cómo
se mira todo depende de a qué se haya de adecuar ‘la manera’. Así como nunca se extralimitaron está a expensas
de saber dónde están los límites. Sin darle mucho al cacumen, es fácil colegir
en la misma creación de la Comisión de interior etc, que antes de la actuación
de ‘los agentes’ aquel 25 de septiembre (rumba la rumba ban) ni lo uno ni lo
otro lo tenían claro en Interior, y fue por ello el comisionar a algunos
agentes de mejores cualidades para determinarlo. De manera que, en realidad, no
se trataba en la Comisión de juzgar lo juzgado, sino lo que había que juzgar. Y,
en consecuencia, si había que juzgar los hechos que se juzgaban.
Pues bien, en esto su conclusión ha
sido clara, como el agua, y rotunda como un alud de piedras del campo: (segunda
tautología) lo adecuado y los límites (de la acción policial) es y se
encuentran en la manera que emplea (adecuadamente) y el hasta ahí donde llega
la policía.
Nota bene. Rememorando las duras
imprecaciones de algunos ppeperos (léase
María Esperanza nos quiere gobernar) frente a la actitud del por
entonces Ministro del Gremio (y el hábito hace al monje) en los días del 15M en
la Puerta del Sol, parece lo más factible sacar una segunda conclusión: para el
Glorioso P.P. la policía sólo se extralimita si, llegado el caso, la policía se
limita a preservar el orden de las manifestaciones. Pero para eso, me atrevería
a decir, hasta sobran, pues ha se bastan los también uniformados agentes del
servicio de orden de las mismas.
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