miércoles, 11 de abril de 2012

Casandra


Ante todo -pues es de bien nacido mostrarse agradecido- felicitar al Gobierno por su prudencia en el anuncio de las nuevas medidas contra el gasto (en público),reservándose hacerlas públicas el lunes de resurrección, aunque, a tenor de las mismas, en estas condiciones hasta Cristo va a preferir seguir de muerto. Vaya en pago a este favor del Gobierno mi aviso: como sigan ustedes así, pasarán a la Historia como el Gobierno de Casandra. Ya saben, aquella pitonisa de la vieja Troya -¡Ay!- que no pregonaba sino calamidades.

Y ahora, a lo nuestro.

Con qué facilidad ocupan las palabras el lugar de la realidad. Insisto por enésima vez en el dictum de mi difunto amigo Roland Barthes: la mierda escrita –o hablada- no huele. Ni huele, ni mancha y hasta puede dar esplendor si es académica. La cuestión se reduce a dar con la palabra apropiada y acoplarle la realidad pretendida por necesaria; como si lo uno (la realidad) no fuera lo otro (lo necesario).

Escojamos una de estas palabras esplendorosas al azar. Por ejemplo, copago. Significa, grosso modo, pagar juntamente, de forma compartida, lo cual, respecto a la Sanidad (puesto que éste es el ámbito que pretende acoger la palabreja), es la práctica habitual, visto que en la nómina (término en franco desuso) de cada trabajador ya se aparta un monto para eso mismo, se enferme o no se enferme en mucho tiempo. Pero, echando números, parece que la recaudación no da para tanto, o mejor para tantos, y ello vuelve irremediable ‘subir la cuota’. O sea, y resumiendo, que la novedad supuesta del copago, con simpleza meridiana, reclama un aumento de las cotizaciones a la SS, siglas escritas sin ninguna maldad por mi parte. Claro que la cosa no está para tales menesteres. De un lado, son cada día menos quienes esperan una nómina a fin de mes. Y de otro, una medida así, tan ‘expresivamente’ directa, afectaría tanto más al depauperado empresario, quien enseguida ‘se sentiría defraudado por el partido al que ha votado’. Por lo tanto, que pague el usuario enfermo, por su mala cabeza al enfermar. O sea, y resumiendo aún más, el copago, que ya estaba, pasa a significar repago, pagar dos veces, como en el Corte Inglés: si no está satisfecho, le recobramos su dinero.

Veritatis simplex oratio est. El lenguaje de la verdad es sencillo. Tan sólo hace falta comprenderlo.

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