lunes, 30 de enero de 2017

UNA HISTORIA MORAL DEL VACÍO




Ingredientes para 20 unidades
  • 150 g de harina
  • 1/4 de litro de agua
  • 3/4 litro de aceite
  • 50 gr de azúcar
  • 4 huevos
  • 1 limón
  • 50 g de mantequilla
  • 5 g de sal
  • 10 g de levadura en polvo tipo royal
¿Alguna podría explicar por qué en la receta de loa Buñuelos de viento el viento no aparece entre sus ingrediente?
Zylon el Materialista a menudo comenzaba así su lección del día. Luego,  guardaba un mutismo grave durante unos minutos. Con ello pretendía darle ocasión a alguna de sus alumnas –Zylon el Materialista sólo admitía mujeres en su Academia, pensando que al menos ellas estarían exentas de las elucubraciones idealistas que tanto desordenan el hacer de los hombres- le ofrecía, si no la respuesta adecuada, una que se le aproximara. Pero las alumnas de Zylon el Materialista lo acompañaban en su silencio. Sólo una, una vez, se levantó de su alfombra y le contesto: ¿Zylon el Materialista podría aclararnos porque las alumnas de Zylon no cuentan en las doctrinas que Zylon le enseña a sus alumnas?
La respuesta d Zylon no se hizo esperar, entonces y como en cada día. Pero no para satisfacer la expectación que el atrevimiento de la muchacha había creado en el resto de mujeres, sino para su propio y exclusivo regocijo, donde no cabía nadie más.
Porque en el vacío donde ya está todo contenido, sólo el vacío no está. Y continuaba a diario como si aquellas chicas les costara o no quisieran aprender la lección: el vacío es como el zurrón de un mago, Éste, en su oficio, lo golpea, hace de él un gurruño, lo plancha bajo el metal, lo entrega a la concurrencia para hacerles ver que no guarda ni esconde nada dentro. Cuando de nuevo en sus manos, le basta con pronunciar unas palabras mágicas, pues nadie sino el conoce su significados, para que del zurrón vacío salte u  concejo, pañuelos de marca, una paloma que levanta el vuelo, conchas y caracolas marinas, un refresco para un chiquillo que ya empezaba a impacientarse, serpentinas de colores, confeti, un matasuegras y una carraca, normas, leyes, promesas que los mayores esperaban con ansiedad… Y así podría seguir hasta el final del Tiempo si no fuese porque el vacío donde esas cosas van cayendo y ocupando un sitio al azar, se lo limitara. Marcel Duchamp ya lo advirtió antes de nadie: Hay que cuantificar a la baja el número de Ready made.

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