Dios [y quien dice dios dice el Estado, dice a su vez Agustín García Calvo] aprieta pero no ahoga. A lo cual sabiamente responde José Bergamín: dios [ y quien dice…] afloja pero no suelta.
Tanto dios en mitad de todo me conmovía el alma hasta que, una tarde, andando de farra cósmica, o sea: entre mojitos y metafísicas, mi amigo José Carlos Rosales me ofreció totalmente gratuita una explicación plausible, merecedora, pues, de aplauso.
¿Tú sabes por qué dios [y quien…] aprieta pero no ahoga? –me preguntó de forma tan retórica que ni tentado estuve de contetarle.- Porque dios [y quien dice…] aprieta directamente en los cojoncillos.
Atinado empleo del disminutivo (calmante), pues a ver quién tiene cojones para desanudar la soga con que dios [y quien dice…] nos aprieta sin llegar a ahogarnos, no vaya a ser que se le acabe su maldito juego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario