martes, 14 de febrero de 2012

Parados Anónimos (Organización No Gubernamental)

(teatrillo con tesis)

Fed: Me llamo Federico y soy Parado.

Coro: Hola, Federico. Te queremos.

Fed: No sé cuándo empecé ni por qué. Al principio me encontraba muy bien Parado. Me levantaba cuando me daba la gana,. Me pasaba la mañana viendo la televisión o jugando con la play de mis hijos. A veces cocinaba, me gusta cocinar, o arreglaba la casa. La verdad, con cualquier cosa me entretenía y todo me hacía feliz. Por las tardes, recogía a los niños del colegio, los llevaba a merendar y al parque. Creo que los niños también disfrutaban mucho conmigo. Por la noche, además, no me encontraba tan cansado como cuando trabajaba y nuestro matrimonio volvía a funcionar como en los primeros años de casado.

Coro: sí, Federico. Te entendemos.

Fed: Pero pasó el tiempo como una flecha y ya ni encendía el televisor, me quedaba adormilado mirando la pantalla vacía. Dejé de cocinar y de preocuparme por el estado de la casa. La play me agotaba y tampoco iba a buscar a los críos por las tardes. No los llevaba al parque ni los invitaba a merendar. El poco dinero que tenía se me iba en el paro. Vivía para el paro.

Coro: Cuéntanos, Federico. Estamos contigo.

Fed: No pasa nada, me dije. Puedo controlarlo. Y les juro por lo más sagrado, por mis hijos, a los que estoy a punto de perder, que pensaba que esa situación pronto la iba a superar, con algo de voluntad por mi parte. No me di cuenta de lo engañado que estaba hasta que ya fue demasiado tarde. Un día mi mujer me dijo que debíamos abandonar la casa. Que nos echaban, vamos. Y al lunes siguiente, efectivamente, estábamos en la puta calle y sin nada, pues todo lo habíamos estado vendiendo para pagar mi paro. Llevamos los niños con los abuelos y nosotros dos nos metimos en una inmunda habitación de una pensión de mala muerte. Sé que no paso una mala racha, porque soy un parado y debo asumirlo. Quiero dejarlo, pero no sé cómo.

Coro: (aplausos. Todos, incluido el público, se acercan a Federico y lo abrazan mientras una voz en off repite:

La psiquiatría social nace de un impulso por contener la amenaza de ‘las clases peligrosas’ y que, poco más o menos, viene a coincidir con la percepción de la burguesía de la clase obrera: una masa brutal que en cuanto recibe su jornal corre a la taberna a gastárselo.

Poco sorprendentemente, el entorno laboral sigue siendo una fuente de malestar y sufrimiento. Las cosas apenas han cambiado. Sin embargo, ahora casi nadie se plantea que el origen del malestar es la propia estructura del trabajo. Se ha evaporado la conciencia brechtiana de que hasta el mejor de los patrones es una fuente de sufrimiento debido a las relaciones laborales.

Pero le dicen lo contrario para que crea que su conducta es libre. Que puede determinar su futuro. Cuando sufra por lo que le hace su patrón, piense que ha tenido un mal día

El problema es que los elementos emancipatorios han fracaso. No todo. Los dos fundadores de Parados Anónimos pasaron por una gran cantidad de pruebas que les ofrecían remedios inútiles, hasta que dieron con alguien honrado que les explicó que lo suyo no tenía cura. De esta impotencia nació un grupo de autoayuda que produjo una auténtica revolución, en la medida en que descubrió que lo que les pasa a los Parados es que están tratando de aprenden a trabajar, cuando lo que tienen que aceptar es que no hay forma de poder trabajar sin ser trabajador. Es decir, sin estar parado. ( la cursiva, colaboración de Guillermo Rendueles. Minerva 7.08)

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