domingo, 12 de febrero de 2012

Literatura y Anarquía. Noches polacas

La Literatura y la Anarquía, ambas, levantan a su alrededor dos ficciones divergentes que, pese a todo, terminan concurriendo en ‘ninguna parte’. Mientras la Literatura va desde lo individual hacia lo común (de lo singular al plural anónimo), la Anarquía tiene a lo común por el espacio desde donde construir la individualidad. De tal modo que ‘hecha’ la ficción de la Anarquía, quizá se vuelva a estar como al principio (si principio hay); esto es, abocados con urgencia a recurrir a las ficciones de la Literatura en pos, nuevamente, de lo común.

Dicho con rotundo desdén por la precisión y en nada agobiados por ir de la mano de los argumentos de la ciencia, Literatura y Anarquía van en líneas paralelas no por ser equidistantes y no llegar a encontrarse jamás, sino por un ir pegadas. (Mejor, así la cosa, siamesas que paralelas.) Pero en permanente acción de despegarse, lo cual habrá de ocurrir una vez se alcancen nunca.

En cualquier caso, debemos señalar la impropiedad de llamar a alguien ‘literato y anarquista’, ‘literato anarquista’. Si acaso en el extremo opuesto. Es decir, ‘lectores y anarquistas’, ‘lectores anarquistas: aquellos que leen y leen, nunca dejan de leer apremiados por olvidarse de cuanto acaban de leer, no fuera a ser una orden.

La Biblioteca de los Anarquistas

En la Biblioteca de los Anarquistas hay un título que invariablemente nunca falta. El libro que vendrá de Maurice Blanchot, un escritor francés algo incierto todavía.

En cambio, casi todos ellos [los anarquistas] esconden, como si lo temieran, el libro de memorias de un viejo camarada suyo, el cual alcanzó a ser ministro. El eco de los pasos se llama, pero dicen que ese título es del todo inapropiado.

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