viernes, 30 de agosto de 2013

MALDITAS CONSECUENCIAS




El titular de El País lo expone de manera incuestionable: EE UU prepara el castigo a Siria tras acusar a El Asad de la matanza. Pero aunque sea por retórica cabe hacerse algunas preguntas tan de Perogrullo, que quizá por eso las grandes mentes directoras del destino del Mundo han preferido soslayar por innecesarias. O que sólo responden a la pericia o impericia del Hacedor del dichoso Titular, más deseoso de epatar a los lectores que de explicitar el argumento que vendrá a continuación: todo llega a continuación.
En primer lugar, podemos preguntarnos por qué castigar a Siria si el Malo es El Asad. Siria nos puede parecer una entelequia, una cosa irreal, un color en el mapa, una reliquia de las disciplinas geográficas –diría Borges- y en consecuencia, castigarla a Ella –curioso el femenino si tenemos en consideración que detrás de cada gran hombre hay un país amordazado- puede resultar más humano sobre el papel (del periódico) o en las líneas de luz de un ordenador conectado a la red, donde seguimos ‘el caso’. Es como si pretendieran darnos a entender que castigando a Siria nadie va a sufrir, porque, en realidad, Ella está mansamente esperando confiada en que el Bueno la libere.
Pero ocurre, no obstante, que en ese mapa donde Siria es sólo un palabra escrita y el resto son ruinas -ruinas del Mapa- habitadas por Animales y por Mendigos, como también nos aclara Borges para –quizás- indicarnos que deberíamos ir con cuidado al andar por allí, pues podríamos pisar a alguien. Un cuidado que los castigadores podrán con respecto a sí mismos, no sea que vayan a pillar cualquier infección entre tanta podredumbre, y lo demás que les ocurra a los animales y a los mendigos, serán daños colaterales; esas pequeñas fatiguitas que ha de soportar con paciencia y sacrificio quien se medica en aras de su curación final.
Digo yo que con los medios de la guerra moderna, poco les costaría mandar un misil directo a la cabeza de El Asad. Con ello sería suficiente si es verdad que muerto el perro se acaba la rabia. Y no debe ser tan difícil. En ningún caso se trataría de una Misión imposible que sólo el beato de Tom Cruise podría llevar a cabo con éxito. El ejército israelí –que es como decir la vanguardia del ejército yanqui en Oriente Medio- ya ha realizado acciones similares contra líderes palestinos que tenían entre ceja y ceja. Y han atinado. Se lo han llevado por delante con una efectividad ‘digna de todo elogio’.
Entonces, ¿qué protege a El Asad? ¿Por qué castigar a Siria (con sus animales y mendigos dentro) para llegar hasta El Asad?
No se me ocurre nada. Vivo, como cualquiera, en las afueras del Secreto. La Realidad se me escapa. Sólo soy capaz –porque en algo he de matar mi maldito tiempo mientras a mí no me mata de veras el Tiempo- de imaginarme que El Barack y El Asad juegan una partida de Ajedrez, ‘deporte’ al que dicen una metáfora de la guerra. Y se me ocurre que tal metáfora no deviene de las magníficas estrategias que en ambas ‘partidas’ –la guerra y el ajedrez- se desarrollan y comparten sobre el terreno de cada una. Sino que se debe, mejor, al resultado final en una y otra. Luego de arrasar al contingente (de peones, alfiles, torres, caballos y hasta reinas) se procede al Jaque Mate. Hay un momento de silencio entre los dos reyes (por fin se encontraron en la arena los dos gallos frente a frente, me acuerdo de Chicho Ferlosio), al cabo del cual el rey amenazado acepta la rendición. Pero –y aquí está el quid de la metáfora- no abandona el Tablero. Se dan caballerosamente la mano los contendientes y se emplazan para la próxima Partido. Que llegará, no lo duden, mientras en las Ruinas del Mapa –volvemos a ello- sobrevivan animales y mendigos con ese aspecto amenazador que tienen los miserables.

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