viernes, 30 de agosto de 2013

EL PRECIO DEL PAN -VI-



E
l Salmorejo extendido y expuesto sobre un rebanada de Pan (payés), aun cuando venga cubierto de una esplendorosa loncha –fina como el papel de fumar- de Jamón, supone uno de los mayores atentados a la Lógica culinaria: Pan con Pan es comida de tontos. Así fuera que a la Hostia bendita en la que supuestamente se sirve el Cuerpo de Cristo[1], hubiera de añadírsele –se me ocurre sólo como muestra-  una astilla de la madera de la Cruz (conservada en el Monasterio de santo Toribio de Liébana), al efecto y con el fin loable de mostrar bien a las claras que el Hijo, en verdad, se sacrifica en el santo Almuerzo. Porque si recabamos en ello sin que ningún prejuicio nos acore y tampoco nos cohíba el temor a ofender con nuestras blasfemas –por burdas- palabras a alguna de las sordas, ciegas y mudas divinidades, o es que el Pan también se sacrifica en el Salmorejo antes de darnos a probar de él, o es que, en ambos casos, se camufla el Elemento principal del Plato, cuya esencia sólo brilla -refulge su clara Luz en la Obscuridad reinante- en la Humildad de la confusión. Tanto aquel que –piadoso- se acerca a comulgar, como aquel otro que –hambriento- se restaura con el Salmorejo a la sombra de un olivo, ya vienen convencidos de la banalidad -¡purita contingencia no más!, así lo diría un mexicano villista mientras raja la tripa de un federal traidor- de sus respectivas acciones. Mas también lo andan, creídos, de que en su Obrar cualquiera está el Secreto para ganarse el Cielo y/o para vencer la acuciante Hambre. Metafísicas actitudes en ambos caso que hacen estúpido recargar las apariencias. Como si la cosa fuera que tanto el Salmorejo como la Hostia bendita son lo que son y así hayan de verse: un Concepto.

Por fortuna quedan lugares –pocos, es cierto, y familiares- donde el Salmorejo todavía se completa con un par de huevos duros y una más que espléndida ración de patatas fritas. Atávica Costumbre, ha de admitirse. Pero, igualmente: Desdén materialista hacia la Gracia de cuantos, por incrédulos, saben que las Apariencias no engañan cuando el Pan acompaña.[2]


[1] Literalidad de la metáforas que las religiones y las ideologías evidencian grosso modo.
[2] Respuesta de Satanás a Simeón el Estilita.

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