lunes, 1 de julio de 2013

LOS SECRETOS PRINCIPALES -I


el secreto del suicidio de Gilles Deleuze 

 -- La recherche du temps perdu es de hecho una búsqueda de la verdad. Si se denomina búsqueda del tiempo perdido es sólo en la medida que la verdad tiene una relación esencial con el tiem­po* -dio por acabada su última clase del viernes el adusto monsieur le pro­fes­seur Deleuze, mien­tras en los pupitres del fondo del aula, un joven estu­dian­te, hijo único y mimado de una pareja de emi­gran­tes anda­luces, ­visiblemente animado ante la pers­pecti­va de un fin de semana sin deberes esco­la­res ni leccio­nes que memori­zar para el día siguiente, saltaba con presteza de su asiento de madera incómoda y, ya de pie, sueltos los rizos de su melena del color del azabache, le entraba a las palmas ruidosas y fes­ti­valeras de unos tangos ligerillos provenientes de aquella tierra oscura y nunca olvidada –siempre en la memoria como un clavo en la pared- de sus buenos padres, como sólo saben hacerlo así, con tanto primor y respeto, los grandes cantaores gitanos de la discográfica Le Chant du Monde:

Por Dios no me llores no
la madalena no se había perdío
la madalena la tengo yo.**

Quebranto terrible en su fondo, desaire profundo y amargo, por más de inocente –lo cual no pareció que aliviara el bochorno creciente aparecido en el rostro indignado de monsieur le pro­fes­seur Deleuze-, viniendo como venía de un joven estudiante ­meteco -retra­sado y bullan­guero, por más señas- a quien para nada le ponía, en cambio, la escritura, en extremo ­significamentosa, del gran Marcel Proust.

Se vio, por último, a monsieur le pro­fes­seur Deleuze acercarse con paso apesadumbrado –ese andar titubeante de los viejos clochard- hacia el amplio ventanal de la clase. Abrirlo como quien pasa las páginas de un libro. Y de forma inopinada –así lo concluye la Gendamerie Nationale-, terminar arrojándose al vacío, esa página en blanco que, pese a las claras recomendaciones del poeta Mallarmé a su favor, nunca aprendemos a respetar quienes a esto de escribir porque sí nos prestamos, como si la en la escritura estuviera la verdad de nuestro tiempo
*Proust y los signos
**tangos de la Repompa

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