jueves, 18 de junio de 2015

MUY DE MAÑANA



No le quepa a nadie el dudar de que haya hombres –las mujeres esperan- que habiendo partido un día en busca de sí mismos, días más tarde se encontraron triunfadores en su empeño. Tan particular, que nada sabemos de ellos.

Como nada sabemos de dios desde que nos dejara el mundo para nosotros mismos.

Es lo que hace a dios ser dios y al hombre que al fin se encontró ser el hombre ideal, el Hombre. El que en ningún momento necesiten escribir de su memoria.

Las lenguas fueron un regalo envenenado (como los de los griegos, ¿es el caballo de Troya una metáfora de la filosofía que nos heredaron los griegos?) de quien fuera dios, o del que se hizoHombre, desde su mudez absoluta.

Por ello que nadie –desde Adán a la deriva- debería ser condenado por las declaraciones de un testigo. Porque quien habla de lo que ha visto, ya miente. O se interpreta.

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