miércoles, 23 de mayo de 2012

Recortes


Nadie feliz es escritor, dice Margaret Mazzantini, escritora y, por ende, infeliz, y como acaba  de publicar una novela, Nadie se salva solo se titula, entiendo que trata de hacernos infelices a sus deseados lectores, a efectos, claro, de que, todos, igualados por ella en la infelicidad, podemos salvarnos juntos. La frase no pasa de ser una de esas a las que llaman felices –curioso que las palabras sean felices y las personas que la escriben no-, y a las cuales todo el mundo asiente con un sencillo y conciso ¡Qué razón tiene! Pues bien, como tiene razón, o se la damos, que para el caso viene a ser lo mismo, no vamos a discutir. Vamos a dejarlo como está y ya veremos, con el tiempo, si la Mazzantini pasa a ser feliz y no publica más novelas, cosa que le deseo fervientemente.

Lo que me preocupa de toda esta cuestión baladí es el provecho que le pueda sacar doña Esperanza Cha-cha-chá y Gil de Biedma (sí, como el poeta, primos carnales, por más que éste fuese un mucho gay y doña Esperanza esconda el parentesco en el armario) en eso tan suyo de la aplicación de recortes en la educación. Pues, vamos a ver, si nadie es feliz cuando escribe y, por osmosis inevitable, nadie es feliz cuando lee, lo más caritativo no puede ser sino eliminar el enseñar a leer y a escribir. O sea, cargarse definitivamente la enseñanza pública y gratuita, porque también es admisible que si, pese al esfuerzo de las Autoridades en hacernos dichosos, hay quien quiere no serlo escribiendo y leyendo, que lo pague.

Como están las cosas en casa, hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe y no malgastar las palabras al tuntún.

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