lunes, 17 de agosto de 2015

MUCHOS SON LOS LLAMADOS Y POCOS LOS ELEGIDOS





...a cualquier persona sensata, razonable y normal. Así arremete el espetado (o sea: tieso y afectando gravedad y majestad) Mariano Rajoy contra los firmantes de la denuncia judicial (psoe) a su Ministro de Interior por su entrevista personal (o sea: de sólo Jorge Fernández Díaz en ocupación ilícita del despacho del Ministro del Interior) con Rodrigo Rato. Podían haber escogido quedar en casa o citarse en un bar de alterne, en una terraza a la sombra de los tilos o en el zoológico, como suele ocurrir con frecuencia en las películas de espías. Pero no, Jorge y Rodrigo prefirieron reunirse en el despacho del Ministro por seguridad. No sea que los vieran. Y los vieron. Y como los que se ocultan son sospechosos de andar con secretitos, los que los vieron, o le dijeron otros que los habían visto, en lugar de actuar como cualquier persona sensata, razonable y normal, se dirigieron directamente al Juzgado de Guardia a denunciar el hecho, que en sí es poca cosa, la verdad.

Particularmente, este asunto a mí no me subleva. ¿Qué más dará –me digo entre cínico y apaciguado por estos calores veraniegos que tumban bosques, aunque con cierta ayuda externa ‘naturalmente’- que se reúnan, hablen por teléfono, se carteen, se manden telegramas o tuiteen de manera desaforada, como adolescentes con acné? Dios los cría y ellos se juntan, y entre mandos ¿qué problema hay? Además, actuaron como cualquier persona sensata, razonable y normal yendo a hablar en aparte, sin molestar a nadie con su cháchara. Pero, como siempre estoy a mis cosas, sí me ha alarmado, me ha puesto de los nervios la clasificación que hace el señor Rajoy de las personas, dividiéndolas en sensatas, razonables y normales.

Hasta el presente me bastaba con pensar que alguien –incluso yo- sensato y razonable era normal. Lo bastante normal como para, en su estado natural, ser sensato y razonable. Pero, por lo que veo, no debe ser así. Según nuestro querido Presidente, la sensatez y la razón, en ese orden, no son categorías suficientes para hacer de las personas unas personas normales. Sólo son normales aquellas personas sensatas, razonables y, por supuesto, normales. Si se es prudente, por ello no se es normal sino pusilánime. Se puede discurrir desde una razón obtusa que no hace normal sino herético. Sólo quien es normal es normal.

Seguro que el señor Rajoy ‘entiende’ la tautología, por algo es el presidente. Poco importa si a los demás nos deja perplejos el tener que enfrentarnos al hecho de ser unos anormales que se creían lo contrario por venir actuando sensata y razonablemente. Porque ¡a saber a quién va a votar cuando llegue el día de botarlos! No sea sensato. No sea racional. Limítese a ser normal, aunque no sepa lo que es eso. Hay quienes sí que lo saben.

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